martes, 28 de julio de 2015

Vivir perdido


Perdido en un bosque de mentiras,
mis manos sangran ríos revueltos.
Y si la espesa bruma oculta tus heridas,
ni el día ni el sol otorgan criterio.

Perdido en la locura del vivir,
en la oscura morada de los sentimientos.
Oyendo voces, que como tú, quieren partir,
las resecas ramas arañan tus miedos.

Perdido como un niño,
entre la multitud avasallante.
Sus gritos suenan tan fríos,
como agobia su espesura delirante.

Perdido en este bosque de mentiras
me siento a ver pasar la vida.
Y cuando muera… algún día,
alguien escuchará mi grito entre sus ramas podridas.

Luz de luna


Cuando mi calma se pierde, la busco incesante.
En el agua insaciable, su beso no miente.
Y alzo el rostro encarando este lado,
invariable, anhelado, donde saciar acomodo.

Impertérrito el otro, nos esquiva huraño,
evitando su baño, de inaccesible Tesoro.

¿Dónde estás luz de luna, cuándo solo queda espacio?
Cuándo enquista el letargo, porque tu rostro se esfuma.

Y engaño al olvido,
y mis manos te imploran.
Tú, como juguete prohibido.
Tú, mi inalcanzable señora.

Tú, con tu rostro adolescente, abrupto e iluminado.
Tú, con las aguas enredando en nuestro presente.
Placida virtud como madre paciente.
Admirada y ferviente, es tu pálida luz.

Cuando mi calma se pierde, la busco impaciente.
Y espero somnoliente, volver a verte.
En las aguas tranquilas de este mar inacabado,
Pintas con agrado, sobre mis heridas.

¿Dónde estás luz de luna, cuándo solo queda espacio?
Donde queda un sabor amargo, como una vacía cuna.

Doce Mayos



Mayo fue el lugar perfecto,
y tú, mi Estanque Dorado.
Llegué, ya excavado mi hueco,
pero tus besos lo negaron.

Junio se alzó como el viento,
azotando un amor en días bajos.
Fugaz, como el nido expuesto,
tus ojos, lo iniciaron

Julio y agosto, clamando victoria,
con risas y pasión, remendaron la brecha.
Que infames estos días de gloria, 
tu piel se empapó con mis metas.

Y ahora ha llegado septiembre, 
y el Estanque se ha desbordado.
¿Por qué las personas se mienten?
No hay lugares perfectos, ni doce Mayos.

viernes, 24 de julio de 2015

Mis líneas rectas


Dibujé una línea recta y la prolongué día a día.
De ella no salía ni en mis horas muertas.
Me llamaron los ángeles, me apretó el corazón,
A que la desdibujase o curvara mi intención.
Yo tan solo quería ser fiel a mis actos,
No sintiendo fracaso, ni esquina confería. 
Nadie podía intuir hacia donde la trazaba,
Alborada tras alborada, sin ninguna rehuir.
Ni nadie me dio razón, otorgándome prepotencia, 
Y reí por su ausencia, y lloré por pundonor.
Ahora junto a ti, en mi única intersección,
Te entrego todo mi amor, y la vida que sufrí.
Y de curvas me llené, nunca más hubo rectas,
Tú, simple y perfecta, como las líneas que dibujé.

No recuerdo


No hay claridad más absoluta que la de un nuevo día. Tan rotunda como aquella primera cuna encharcada donde la química construyó al hombre.

No hay espejo más sincero que los ojos de quien te ama, dando razones mientras el resto espera tu debacle.

Nunca imaginé que el invisible viento pudiera traer tanto daño, refugiando las esporas que la primavera vierte en busca de nuevas tierras.

Nunca tuve intención de olvidar aquellos días amargos. Los que alimentaron el odio negando la palabra. Tristes como el rostro del hambriento. Como el desconsuelo de quien despide a un ser querido.

No recuerdo sentir nunca la indiferencia que se ha anclado en nuestro efímero mundo, donde el crédito es económico y la verdad tan solo una palabra bien sonante.

No recuerdo haberte dicho adiós esta mañana.

Ni por qué sigo acostado aún.

martes, 21 de julio de 2015

Si llego


Si llego ¿hasta dónde?
¿Dónde acabará mi sed?
El futuro es un lugar tan enorme,
y no sé si encararlo querré.

Si sueño ¿hasta cuándo?
¿Cuándo acabará mi reclamo?
La ilusión es un cadáver andando,
donde los días son esclavo y amo.

Si miento ¿hasta quién?
¿Quién responderá a mis miedos?
El disfraz envuelve el vaivén,
del que quiere esquivar el tiempo.

Si huyo ¿por qué y cómo?
¿Por qué la necesidad de ir?
Teniendo un mundo al que asomo,
mis pasos desertan de ti.

Ahora las preguntas añoran,
un sentido para vivir.
Acotando un aire que implora.
¿Querré ser esclavo y amo en el tiempo, por ti?

lunes, 20 de julio de 2015

Así vivimos nuestro amor


Viérteme como la sidra,
que mis lágrimas rocen tu vaso.
Cayendo buena parte al suelo,
y el resto entre tus manos.

Inclina la botella,
que el sol incida en sus reflejos.
Que mi piel se sirva de ella,
como el mar, de los sargazos.

Disfruta de ese caldo,
que la manzana fiel provee.
Como mi amor ansía dolor,
cuando exprimes mi querer.

Viérteme cuanto quieras,
así vivimos nuestro amor.
Y aunque nadie nos comprenda,
tú, cáliz y yo, licor.

jueves, 16 de julio de 2015

Callado, observa


En algún lugar de mi córtex
se acaba de activar tu imagen.
Sin aviso, sin necesitar,
sin ganas de retomar este viaje.

Y como un fondo de pantalla, 
se ancla en mí, ansiosa.
Delante, en vanguardia,
Exhibiéndose caprichosa.

Y ahora me cuesta pensar,
en cualquier cosa que no seas tú.
Ahora, que ya estaba bien,
te distingo entre la multitud.

En algún lugar de mi córtex,
hay algo que se ha roto.
Y mi corazón callado, observa,
cómo brotas otra vez por mis ojos.

Me estremecen


Hay muchas cosas que repele mi alma,
Otras, sin embargo, son inasumibles.
Distantes escenas que arañan cercanas,
Y voces etéreas, tan lúcidas como inservibles.

Hay cuestiones que sacuden por faltas,
Otras, sin embargo, por su dura presencia.
Radicales libres en una dulce manzana,
O el valor indomable de la inconsciencia.

Hay disputas que son sorprendentes,
Otras, sin embargo, merecen su espacio.
Las tierras que nunca han tenido descendientes,
Y los derechos, que nunca visten de blanco.

Y hay veces que cargo demasiadas preguntas,
Sin dejarlas marchar, ancladas al cobijo.
Y me estremece su imagen difunta,
Y me estremece, porque nos parió once hijos.

martes, 14 de julio de 2015

Alzar, alzar



Alzar la mano
En el punto sin retorno
Equidistante al viaje 
Imparable del ave
Huyendo del otoño

Alzar la voz
Como último grito
Semejante a la riada
Intensa en su nada
Y su verbo maldito

Alzar la mirada
Cuando el temor consume
Conforme iniciar una guerra
Con nubes que aterran
Y aún rostros que unen

Alzar la prueba
Cuando lo exige la mente
Cuan novela parida
De noches sin días
Palpable y presente.

Alzar, alzar, sin rubor…. ni piedad.

Caminos que andar




Hogar y destino
Llevados y traídos
Entretejidos, sufridos
Entre la humanidad.

De fríos, de sed
De infinitos por qué
Por amor o desdén
Y de simple verdad.

Caminos de vientos
Impuestos, violentos
De tantos recuerdos
Incluso a negar

De regresos insanos
Futuros lejanos
Surcados en las manos
En las mismas que ahogar

De huidas imparables
Retornos negables
De escuchar cuando hable
En su eterno andar

Caminos que anduve
Con miedos que eludes
Bajadas que suben
O de simple caminar

jueves, 9 de julio de 2015

Amanece (Micro)


Amanece otro día ante mis ojos mientras me atrapan aún las imágenes difusas del agradable ensueño. Los retóricos sonidos mundanos llaman a recobrar una nitidez recelosa en mi mente y el calor de la cama atrapa mi cuerpo hacia los recuerdos más amables entre espejismos. Adormilado, paso la hoja definitivamente de mi reconfortable armadura nocturna quedando expuesto a la recia temperatura ambiental. Poco a poco, recupero el rumbo: el mando de esta pesada nave que mantiene aún plegadas sus velas, y de repente….me doy cuenta que no he cambiado la hora, que aún me quedan sesenta minutos… y vuelvo a cerrar despacio el libro y hundo el barco sin miramientos y me pierdo en lo más profundo… z z z z…. 

¡Dios! ¿y si fuera domingo?

miércoles, 8 de julio de 2015

Ciudad, maldita ciudad


Al cielo miraba en busca de sus presas,
hay cientos volando y yo sin trabajo.
Los edificios parecían mirar hacia abajo,
cuando él más sacudía su cabeza.

Vagando por la ciudad, las grietas de las aceras lo guían,
hacia la zona tardía, donde falta humanidad.
Y los toldos de las terrazas le quisieron avisar,
si no para su andar, volverá roto a casa.
Distraído en un escaparate, ellos seguían aventando,
eufóricos, llamando y él continuó adelante

Un parque detuvo su caminar,
y en el centro se apostó.
Alzó los brazos y calló,
mientras la gente paró a observar.

Surgieron risas y aspavientos y él ni se inmutó,
hasta que una piedra cruzó rozando sus pensamientos.
-Quieto, quédate quieto-, se dijo para adentro,
hasta que la segunda tuvo acierto, quebrando su reto.
Medio brazo cayó al suelo y al hacer el movimiento,
hubo tercer lanzamiento, y la última dio miedo.

Los toldos lo vieron pasar
cabizbajo hacia las afueras.
Y tristes quedaron sus telas,
como el viento sin soplar.

El parqué dejó tan atrás, como le alejaron sus temblorosos pies.
Maldita capital, gritó sin detener, ¿por qué no podrá un espantapájaros trabajar en la ciudad?

viernes, 3 de julio de 2015

Ni la lluvia que quemaba


Mientras el segundero avanza,
y el huraño miedo se enquista.
Los ojos muestran prisas,
tras la esquiva esperanza.

Y el Tic Tac engulle sentimientos,
viendo galopar a la razón.
Y por fin vio el rostro del viento,
hacer desaparecer el sol.

Ni la luz, ni el estallido,
ni la carne desgarrada.
Ni las sombras radioactivas,
ni la lluvia que quemaba.

Aquel pescador no construyó sus lágrimas
sintiendo que el mundo se acababa.
Su llanto enmudeció a la palabra,
al ver que su mar se evaporaba.
………………………………..
Moraleja: tantas imágenes de desastres endurecen nuestro corazón, 
y no quisiera que llegara el día… en que lo yermo sea yo.

miércoles, 1 de julio de 2015

Ángel - Microrrelato

Extraída de Google

Hay un amigo que me viene a ver todos los días. Yo lo llamo Ángel. Es mayor que yo, pero su mente solo asumió los nueve primeros años de su vida. Su apariencia no concuerda con su mirada: sensible e inocente. ni ésta con su voz: armada y tronante. A veces trae papeles alborotados bajo el brazo y vocifera su conversación enquistada. La gente que lo escucha volcar su perorata a viva voz, se siente intimidada por su corpachón de bandolero, pero él hace caso omiso, “bueno, ojala pudiera comprender lo que significa esa palabra y desatender los insultos que lo quieren acallar”.

Siempre tomamos café; él cortado, con leche desnatada y un porrón de azúcar: como si fuese el último que tomará en su vida. Es un sibarita que no perdona nunca la formula exacta para servir un buen cortado: un tercio de café por dos de leche. Estoico ante las disculpas del camarero hasta que está a su gusto. Yo me callo hasta el preciso segundo que lo degusta por completo, arrastrando la amalgama dulce final hacía su boca con la diminuta cucharilla. Sé que nunca lo podría tomar estando sólo. Esa liturgia, aromática y empalagosa, la disfruta como lo que es, un niño. Un ritual inaccesible que lo calma del lío arremolinado de su transmutada mente. Luego se va como la última ave migratoria, dejando un vacío difícil de explicar.

Hace un mes me enteré que padece diabetes, desde entonces hemos adquirido otro ritual, el té: verde, con maravillosas frutas del bosque. Y para él, con un porrón de sacarina.