martes, 27 de octubre de 2015

La evolución del Amor...


Diminuto como el deseo embrionario, tus latidos dejan ahogado al reloj. Supuestos fraccionados, al margen, al borde, al temor.

Pequeño como la pasión de una bala, se rasga el frío en el hielo. Etéreos, malgastados, el eje desplazó su centro.

Grande como el amor aturdido, y las palabras surgidas entre los besos. Plato caliente de diario, pasto que alimenta el miedo.

Enorme como el cariño tatuado, como el Patrimonio contable de la mente. Cuando los días retroalimentados, nos dejan su calostro en la muerte.

Suena el cuerno y yo acudo.
Suena delirante y perverso.
Suenan los impulsos más puros.
Resuenan los amores conversos.

martes, 20 de octubre de 2015

Soñar días nuevos...


Me gusta vivir en la parte visible de mi ciudad: la zona escrita. Aquí el respeto no es fatuo y los requiebros de las golondrinas se formulan a cámara lenta, muy lenta. Aquí la luna es quien da paso al día, desplegando una alfombra roja si llega soleado.

Me gusta pasear por sus capítulos, por ejemplo el 7º: el Musulmán, donde el aire sabe a incienso todo el día y los bazares rechinan sus colores. Allí nadie cubre sus ojos, ni recuerdan el día anterior. Viven y reviven la alegría, y la muerte atraviesa con paso largo.

En mi ciudad no hay Ayuntamiento, se desgobierna ella sola. No hay sombra recurrente si aprieta el temor, tan solo una fuente donde beber calma el error.

También está el 13º, allí cotiza la suerte y solo se come en domingo, después de sermón.

Los límites están bien claros: solo entra la educación, y para cuando ésta se pierde, mi madre despliega su Don.

Me gusta que mi mente haya fundado esta ciudad. Todavía no hemos aprobado su idiosincrasia, porque hay demasiado color. Tanto, que en nuestro cementerio solo se entierra el dolor.

Me gusta soñar en su prólogo, caminar por su escueto muelle y leer las miradas de sus gentes. Ayer lo caminé un rato: tiempo suficiente para recordar sus fundamentos…

Vivir, vivir, vivir… y soñar días nuevos.

viernes, 16 de octubre de 2015

No todo es lo que parece


La deriva consentida.
su verdad acomodada.
Destruir la propia vida,
o reír cuando no tienes nada.

No todo es lo que parece.

Ni el cielo es tan azul, 
ni el infierno tan malvado.
Ni el amor es la respuesta,
ni brillará siempre la luz.

Ni una madre cuando riñe puede ocultar su amor, 
el resplandor de sus ojos con la mano amenazante, 
mitigando el dolor, antes del desastre.

¿Pueden los ríos acabar con lo que ayudaron a construir durante milenios?
En un segundo de nervio y sin variar sendero.

La razón entretejida,
su raíz desencajada.
Acortar hacia la cima,
o mentirle a tu propia alma.

No todo nos precede.

Ni el viento tiene olor,
ni el silencio lo detiene.
Ni hablará por ti el amor,
ni el miedo es siempre hereje.

jueves, 15 de octubre de 2015

Llórame



Podría asegurar sin miedo a equivocarme, que el arroyo que trascurría tras su casa pudo mantener su constante caudal gracias a su inagotable manantial de lágrimas.

Fueron tantos los días marchitos en su memoria, que hasta las hojas de su diario se acumularon como otoños en sus recuerdos. Y entre sus hojas caídas aún se puede leer parte de su entristecida vida.

“tras su tupida espesura, me escondo.
Siendo presa aturdida, imploro,
temblar sin ser vista, acosada o mal herida otra vez.
Hoy caigo desde sus copas hasta el suelo húmedo,
como tantas veces, como tantos años sin fe.
Si el amor no tiene tiempo para mi,
prefiero vivir bajo el calor putrefacto de estas hojas
que acojan mi abatimiento como una más,
como el olor que emana bajo la piel de todas,
que yo lloraré por cada una”

Fueron tantos insultos acopiados, que rezaba por ver el bosque arrasando los nombres escritos en sus troncos milenarios y vagar con ellos en el frío viento de otro otoño.

Podría segurar sin miedo a errar, que el cauce del arroyo la echará de menos por siempre. Y que en su reseco camino, ahora, solo se acumula su imperturbable recuerdo.

Podría segurar que ella nunca quiso desprenderse de ellas, pero las hojas de su diario anhelaba desesperadamente la refinada escritura del tacto triste de sus lágrimas.

“llórame si me quieres, y si no me quieres… llórame”

martes, 13 de octubre de 2015

Otro mayo


Fue un mes de mayo: 
uno de esos que aún llueve. 
Cuando el trigo grita bienvenidas 
y los Santos son aupados fervientes.

Fue temprano, 
cuando la luz llega aún cabizbaja. 
Cuando hambrienta la tierra pide amor, 
y el deseo de luz se amamanta.

Fue un hermano: 
o el error que contempla la sangre,
quien abrió el camino al temor, 
sorteando los graznidos del ave.

Fue cercano: 
no hay sentidos que esquiven su rostro.
El silencio no encubre la rabia, 
cuando acerca inyectada en los ojos.

Fue despacio:
invadiendo la carne con plena conciencia.
Y la lluvia ahogó su dolor, 
y otro mayo se empapó de tristeza.