jueves, 15 de octubre de 2015

Llórame



Podría asegurar sin miedo a equivocarme, que el arroyo que trascurría tras su casa pudo mantener su constante caudal gracias a su inagotable manantial de lágrimas.

Fueron tantos los días marchitos en su memoria, que hasta las hojas de su diario se acumularon como otoños en sus recuerdos. Y entre sus hojas caídas aún se puede leer parte de su entristecida vida.

“tras su tupida espesura, me escondo.
Siendo presa aturdida, imploro,
temblar sin ser vista, acosada o mal herida otra vez.
Hoy caigo desde sus copas hasta el suelo húmedo,
como tantas veces, como tantos años sin fe.
Si el amor no tiene tiempo para mi,
prefiero vivir bajo el calor putrefacto de estas hojas
que acojan mi abatimiento como una más,
como el olor que emana bajo la piel de todas,
que yo lloraré por cada una”

Fueron tantos insultos acopiados, que rezaba por ver el bosque arrasando los nombres escritos en sus troncos milenarios y vagar con ellos en el frío viento de otro otoño.

Podría segurar sin miedo a errar, que el cauce del arroyo la echará de menos por siempre. Y que en su reseco camino, ahora, solo se acumula su imperturbable recuerdo.

Podría segurar que ella nunca quiso desprenderse de ellas, pero las hojas de su diario anhelaba desesperadamente la refinada escritura del tacto triste de sus lágrimas.

“llórame si me quieres, y si no me quieres… llórame”

No hay comentarios:

Publicar un comentario