martes, 15 de julio de 2014

Esencia de libertad (relato corto)

“No era serpiente ni puma quienes les hacían huir. Esta vez era algo insólito, extraños hermanos los perseguían por la tórrida llanura. Con extrañas voces dirigiendo sus cascos tras ellos. Corriendo durante interminables millas en el más caluroso y polvoriento verano del condado de Texas, sin tregua, sin pausa para poder exigir el necesitado aliento.

Y al filo de la tarde, cuando ansiaban las sombras de la noche, un extraño objeto le sujetó del cuello. Incapaz de soltarse, le separaron de los suyos. Rabiosamente asustado tiró tanto como su fuerte cuerpo pudo sin doblegar lo que le asfixiaba cada vez más, tirándolo al suelo inclusive.  

<De pelo claro y manchas color fuego, de amplia Clint y alta grupa, fue atrapado cerca del río. Manada de al menos setenta miembros y dos años aproximadamente>. Esa fueron las anotaciones que el viejo Bud Munroe escribió sobre aquel corcel al encerrarlo en el establo. Su pequeña nieta Lily, no despegaba sus ojos de aquel hermoso Mustang, al verlo luchar contra todo y todos. Sus enormes orificios nasales emanaban vapor a raudales. El olor de su cuerpo era raro, como olían los campos abiertos del norte. Nada parecido a los demás caballos que, silenciosos, se escondían en el establo”.

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Ciento veinte días atrás aquel mesteño cabalgaba libre sobre la gran llanura. Altivo, salvaje y libre, su robusto cuerpo y sus fuertes patas, corriendo junto a su manada, daban justificación a la palabra libertad. Ahora, gracias a un simple concurso, cabeceaba en las apestosas caballerizas del ganador, añorando el ruido del galope de sus hermanos, las noches de vigilia imaginando la sombra del lobo y el aire puro de la planicie.

Y la pequeña Lily, nacida casi entre cascos de caballos, pensó que ya no podría luchar jamás por ser líder, ahora ya, alguna preciosa potra de cuello manchado sería de otro. Que el enfrentarse a los gélidos ojos del puma y hacerlo retroceder hasta buscar refugio de sus temidas patas, de nada servirá. Ya no sería caballo nunca más.

Setenta días aguantó su salvaje espíritu. Setenta días, en los que destrozó todo lo que pusieron cerca de sus patas. Setenta días intentando matar a aquel hombrecillo que le colocó la soga que quebró su indómita naturaleza. Sin apenas dormir, sin comida, oyendo y sufriendo el chasquido del látigo.

Y la triste niña ahora sólo veía una simple mascota, dócil y sumisa al bocado que le hacía ir a uno u otro lado. Hiriendo su orgullo. Doblegado.

Mientras, él, cada noche creía escuchar el aullido del lobo llegar desde más allá del río, su errante voluntad le recordaba los miedos de los potrillos, sin ver aún la figura de la bestia que emitía tales enigmáticos lamentos desde las lejanas montañas. Esa voluntad gregaria pero salvaje a la vez, que luchaba en su interior haciéndole relinchar en la oscura noche… sin respuesta.

La pequeña Lily, lo observaba cada mañana como iba perdiendo aquella arrogante mirada que la admiró cuatro meses atrás. La fuerza de unos ojos que querían escapar a toda costa, relinchando y golpeando día y noche. Aquella mirada que ahora no exhibía, más que cuando llegaban los ruidos nocturnos del bosque. La que la hacía llorar amargamente al verlo pasear con la cabeza gacha, con esa abatida existencia del esclavo arrancado de sus raíces, y por la cual pidió a su abuelo que lo soltara. Que lo dejara volver con los suyos, que ya había realizado su trabajo ayudándole a ganar doscientos mil dólares. Rogándole devolverle a la llanura, donde recuperase su carácter salvaje.

Y tras doscientos días encerrado, una brumosa mañana de principios del invierno, la valla se abrió para dejarlo libre de nuevo. Y Lily lo vio correr libre, con la cabeza alta, sin mirar atrás, ni una sola vez. Y abrazando fuertemente a su abuelo, le miró sonriendo dándole las gracias por él.


En el salón de la casa de la familia de rancheros de Bud Munroe, se exhibió la foto de aquel mesteño, ganador del primer premio del torneo EXTREME MUSTANG TRANSFORMATION, del año 2007, hasta la muerte de Lily Munroe a los noventa años, donde se podía leer bajo ella.

“Si por la libertad se ha de perder la vida
Que por la vida no se pierda la voluntad”

“RISK “ MUSTANG CASTRADO
RANCHO MUNROE / (EXTREME MUSTANG 2007)

"Apelando a su Fundación en defensa del Mustang, más de 400 caballos salvajes participaron en su edición de 2014"

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