Si se esforzaba un rato,
concentrado en la confortabilidad y mutismo de su rincón preferido, todavía
podía recordarlo. Aquel que sus amados padres le otorgaron en el mismísimo
momento de concebirlo, refrendado a orillas del mar con una espectacular
ceremonia a la luz de la luna, aquella noche del solsticio de verano, treinta y
ocho años atrás. Pero no lo conseguía todas las ocasiones. No siempre.
Eran demasiado permanentes
los instantes en que había sido sustituido por un número, que su bien entrenada
memoria para los dígitos era incapaz de recordar letras que no fueran
acompañadas de alguna cifra.
Pasaporte, DNI, Seguridad
Social, claves de acceso, Nick, Cuenta Corriente, Nº de referencia de pasajes…
reservas de hotel… restaurantes… compras de todo tipo. Incluso en la cola de la
carne o el pescado podría ser el 044 ó 097. Hasta en el móvil, ya no le hacían falta
ser reseñados, los propios números de teléfono bastaban para reconocer quien
había enviado una foto graciosa o un vídeo muy subido de tono.
Y tan difícil como le
resultaba volver a recordarlo, lo olvidaba.
Ni los rostros con los que
se cruzaba a diario le referenciaban otra cosa que no fuera la numeración
específica de un dorsal en el equipo de basket del colegio, o la cantidad de
sueldo que recibían, en sus correspondientes trabajos, un cliente tras otro al
pasar por su ventanilla del banco.
Cuántas veces se reprochó
no haber saltado para gritarlo al escuchar al portero de su edificio, el tipo
del gas, incluso a su cartero, repetir… ¿está el del quinto? Tantas como
ocasiones en las que alguien desistió de garabatearlo en una carta, si se la
devolvían por errar, equivocando el piso y la letra.
Pero él no quería
renunciar, no, aunque le fuera la vida en ello. Y por eso lo escribía cada vez
que tenía oportunidad, por respeto a ellos, a los que tanta ilusión pusieron en
hacer aquella preciosa ceremonia fuera de su tiempo. En su memoria.
Aquí y allá, en paredes
recién pintadas, bajo el novísimo anuncio de la última película estrenada, en
la prensa del bar habitual, incluso en los vasos de tubo donde servían las
exóticas bebidas de “el cubanito”, ese local de moda en la esquina de la
treinta y siete con la seis, ¡como no!.
Ardua tarea, pero
inmensamente satisfactoria. Y cuanto más adornaba la ciudad con él, más feliz
se sentía. Llegando a no poder evitar trazarlo hasta en los asientos del
autobús número diecisiete, el cual usaba a diario y en el que habían renovado
la tapicería recientemente. Es por ello que no tardó en ser parte notable de
las vidas de sus conciudadanos, encontrándoselo impreso por doquier.
Colmando toda su alegría al
ser noticia relevante en las principales cadenas nacionales, donde lo
comparaban, intentando identificarlo sin lograrlo, con un rebelde hastiado de
la moralina política, enfadado con el progreso, inapropiado y partidistamente
salvaje, de su ciudad.
Disfrutando como un crío,
en el confort de su sillón escogido con selecto mimo, en la seguridad de su
casa, recordando con cariño y respeto a sus progenitores. Sonriendo feliz. ¡lo
había logrado!. ¡Todos le conocían ya!.
Y fue entonces cuando pudo
descansar. Inclusive, conmemoraban su aniversario, aquel día que decidió darse
a conocer al mundo. Reivindicando su nombre por encima de todo. Su simple, pero
exclusivo nombre, el que todos ya recordarían hasta que llegase su hora. A él,
a ese lunático que escribió su nombre hasta la saciedad, sin que nadie lo
advirtiera: [20.5.19.7.5.26]
Posdata. El código
es tan Asiduo, Bueno y Clásico, que no os lo pondré
fácil
¿Sergey era su nombre? ¡El nombre del hombre número! Menuda historia, fantástica!
ResponderEliminarEstimada Bea. Primero: agradecerte que hayas sacado un rato para leerlo. Segundo: creo que lo has disfrutado, a tenor del resultado, y por ello lo agradezco doblemente.
EliminarSaludos
¡Alucinante Carlos! ¡Menudo pitagórico el prota! Brutal. Un saludo
ResponderEliminarEstimada Ana. Muchas gracias por leerlo, espero que lo hayas disfrutado.
EliminarSaludos.
Muy buena historia Carlos, el hombre de los dígitos, el ABC no me lo penes fácil, buena suerte en el concurso :)
ResponderEliminarEstimada Alejandra. Gracias y gracias por leerlo. Seguro que te fue fácil.
EliminarSaludos
Me gusto mucho este relato.Lo disfruté.
ResponderEliminarMuchísimas gracias Estela, gracias.
EliminarUna historia muy original y mágica. Me gustó mucho.
ResponderEliminarAbrazo, [3.1.19.12.16.20]
Muchas gracias Fernando, gracias por leerlo y entenderlo.
EliminarUn saludo y que deseo muchísima suerte.
No, que deseo. Te deseo muchísima suerte.
EliminarBuenisimo!!! Me encanto.
ResponderEliminarMuchísimas gracias Estela, y gracias por leerlo, en definitiva eso es lo que deseamos todos.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
Me ha encantado este relato, espero que tengas
ResponderEliminarmucha suerte.
Me ha gustado e intrigado mucho tu relato Carlos. ¡Suerte en el concurso!. Un abrazote :)
ResponderEliminarMuy interesante este personaje que has creado..!! Merece la pena co nocerlo sin duda pero me declaro igual de incapaz de comprender los números como de soportar la presión de la curiosidad..Espero que lo hagas público cuando estimes oportuno..Saludos Carlos, tendrás la suerte del que se la supo labrar :)
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