miércoles, 30 de julio de 2014

El eco no suena cerca del río (poema)

Si las campanillas no suenan al amanecer
No te consuelan besos, ni recoges abrazos
Las lágrimas que fluyen son sólo un proceder
Reinventando caminos a ningún regazo

Si las risas llegan desde tan lejano
A tus oídos, muertas, a punto de apagar
Clamando poder las ventanas cerrar
Para no sentir, ni calor humano

Si ser ermitaño, es un juramento
Que aviva el llanto, seco y agrio
Descomponiendo la carne y el sentimiento
Enredado y preso, de un mal fario

Muestra los dientes amigo mío
Que vean tus garras afilar
El eco no suena cerca del río
Sal y grita, que quieres amar 

Fue por otoño (poema)

Fue por otoño, previo a las nieves
Cuando llovían hojas, y el verde se muere
Y al verte aparecer, tú, tan hermosa
Fue cuando la flecha, con gusto me hiere

Fue por otoño, previo a migrar
Cuando partían las aves, echando a volar
Y tus largas piernas bajaron el sendero
Y tus ojos, de amor, quisieron hablar

Fue por otoño, previo a la guerra
Cuando llegaba la ira, y ya nada se aferra
Y descubrir que nos separaba el color
De banderas absurdas, en una sola tierra

Fue por otoño, previo a temores
Que alejaban hermanos, sembrando rencores
Y ver tu solitaria mirada, clamar nuestro amor
Al partir sin ganas, a luchar sin honores

Fue por otoño, previo a la paz
Que llovían abrazos, bajo un triste resignar
Y me enteré de tu muerte
Por no dejarte silenciar

Fue por otoño, previo a morir
Que la paz es real, recordándote a ti
Cuando gravé en nuestro sepulcro
Este imposible amor, vivirá aquí por fin

Abriendo huecos por si nos das (poema)

Por el mundo vagas indecisa
Como un barco malogrado
Tocando a unos, evitando a otros
Con los suave dedos del agrado

Mientras, todos esperamos verte
Y ser los elegidos
Como estelas condensadas
Vivir lo que no hemos vivido

Echando días a la hoguera
Quemando lo impropio
Abriendo huecos por si nos das
De lo que haremos buen acopio

Y tú, vagando cual tormenta
Que presagia voracidad
Más, lo que traes, es una ofrenda
No nos ignores, Felicidad

martes, 29 de julio de 2014

El cuarto de pensar (relato corto)

Para entrar en el Reino de los Cielos se necesitan cumplir dos requisitos muy estrictos: haber sido una buena persona y estar bien muerto. Adrián Bonaventura, había cumplido con el 99% del primero y el 100% del segundo.

Obviamente quería entrar pero, al llegar a sus puertas, el ángel que lo recibió le expuso las dudas que tenían sobre ese 1% que lo hacían, de momento, no merecedor de poder sentarse a la vera del creador.

“Su expediente tiene defectos”, le explicaron, mientras detrás de él se iba acumulando una breve cola de anodinos rostros.


Al mismo tiempo que hay Cielo, por supuesto, hay Infierno. En éste no hace falta haber sido una mala persona en su 100%. Basta con serlo y punto. Lo de estar muerto sí, pero es obvio que tampoco es requisito indispensable, ya que hay gente viva que sufre un infierno cada día.

Esperando frente a sus puertas, al contrario que en el Cielo, se acumulan una ingente cantidad de almas listas para entrar, en lo que se podría describir como la acampada de Woodstock o la entrada a un derby de fútbol. Pero claro, el orden de gobierno de las almas de los muertos tiene sus recursos y reserva para estas, como las de Adrián, un tercer lugar donde debe esperar la decisión definitiva.

Según la teología católica, el LIMBO es el lugar donde dichas almas esperan ser acogidas en el Cielo o relegadas definitivamente al infierno. Donde debes reflexionar sobre los actos realizados en vida. Un lugar íntimo y tranquilo donde hacer balance de esa savia que nos dan en un mundo lleno de contradicciones e inseguridades. Un lugar sin prisas, pero, también, sin descanso.

Y allí mandaron a Adrián a valorar su vida, recordando cuando de niño tiraba piedras a los cristales de la abandonada iglesia de su pueblo, o cuando con trece años rompió el corazón de Rosita. Razonando sobre su carácter orgulloso y tajante sobre cuestiones tales como la familia que nunca tuvo, las personas que, por cuestiones partidistas, le hicieron perder su trabajo, obligándole a redirigir su camino, decidiendo no volver a encontrarse en igual situación.

Y, en aquel lugar placido, pero inquietante, se enfrentaba a una comisión intermitente, de estos ángeles, donde le escuchaban, en silencio, argumentar el porqué de esos actos que él consideraba motivo por el cual esperaba en esa especie de “cuarto de pensar” en una indescriptible oscuridad en el que lo mantenían y en el que sentía verdaderamente muerto. Y luego de tomar sus notas, desparecer.

En las primeras sesiones expuso, y pidió perdón, por todo lo que creía había hecho de malo en su vida. Haciendo hincapié, por su puesto, en lo bueno, fiel reflejo de su carácter comunicativo. En las siguientes, la sinceridad, pos soledad obligatoria, le llevó a abrirse y relatar su acérrimo odio hacia los inmigrantes que le habían robado su trabajo, pero recalcando, que sólo lo sentía en su interior, que nunca haría nada malo a nadie, por mucho daño que hubiera recibido.

Dichos ángeles no decían nada, sólo anotan y marchan, obligándole a reflexionar inclusive sobre sus propios arrepentimientos actuales, su nueva forma de ver los actos cometidos: esos que él no diera nunca el valor que tenían verdaderamente para acometer su inalcanzable entrada al paraíso.

En las últimas sesiones, vacío de arrepentimiento, sólo albergaba preguntas: ¿por qué?, ¿cuánto tiempo?, ¿he sido tan malo?

Y, tras ellas, pasando por los estados lógicos y obligatorios de una persona a la que dan un lugar donde recapacitar, volvieron los ángeles.

–Ahora que tu periodo de descarga emocional ha concluido, podemos decirte la razón por la cual estas aquí. ¿Conoces a una mujer llamada Amalita?

El inanimado corazón de Adrián, pareció intentar volver a palpitar, mientras, ahogadamente, les explicó que la conocía.

-Sé quién es…., Está muerta.-

-Sí, ya descansa con nosotros. Su corazón ya ha abrigado la paz.-

Las palabras ya no fueron necesarias. En su mente apareció su figura, calada de pies a cabeza, intentando que alguien la llevara.. que alguien la alejara de aquel pueblo, muerta de frío al borde de la carretera. Y volvió a ver sus ojos desesperados bajo el vendaval de aquella triste noche de noviembre, intentar hacerle comprender que le necesitaba, sin que él le echara cuenta, mientras su figura se desdibujaba en el cristal empapado de agua.

-Sí, Adrián, esa es tu culpa, la que nos obliga a retenerte hasta que enmiendes todos tus actos. La cual, ni siquiera haz llegado a interiorizar.-


Y Adrián volvió a abrir los ojos, y volvió a ver la luz del día, y ni el calor de su cama pudo retener su inquietud interior, al levantarse y dirigirse hasta el salón, para volver a coger el periódico del día anterior y releer la noticia de la muerte de Amalita.

“Hallada muerta en las cercanías de San Justo una mujer de procedencia Nigeriana. Se especula sobre su posible asesinato, obtenidos los primeros indicios. La joven, preguntados los vecinos de éste pueblo, ejercía la prostitución para mandar dinero a su pobre y desarraigada familia en el Campo de Refugiados de Baga”


Y Adrián lloró amargamente y desconsolado, por no reconocer en él un buen candidato para tocar las puertas de Cielo.

miércoles, 23 de julio de 2014

El regreso del astronauta (relato corto)



Parece el mismo pero no lo es. No, el que se marchó hace veinte años. Aquel chico de veintisiete años que era el portador de ilusiones inagotables, persistente defensor de los sueños. El que parecía haber salido de un cuento infantil cualquiera, donde es habitual que los protagonistas sean, cuanto menos, promiscuos entre quimeras y una profunda búsqueda de posibilidades inoportunas a lo establecido.

Parece el mismo, pero es otro. Su rostro ha cambiado, como su mirada, lánguida y perdida a través del cristal que nos separa. Perenne atributo a quien tenía puestas demasiadas esperanzas en que el ser humano es superior, de ello, su supremacía en el planeta tierra. Una superioridad que ahora ha quedado en entredicho.

Lleva casi dos meses encerrado. Ya lo sabía cuando se marchó, cuando le expusieron todos los inconvenientes de ese largo viaje del que ha regresado sin regresar. De ese agotador periplo por otros mundos, sabiendo que al volver se tendría que enfrentar a éste duro examen que, creo, le esta minando. Pero que era factor, sine qua non, el que, como los buzos necesitan un periodo de descompresión al terminar una larga inmersión, él estaba obligado a participar en su propia descompresión emocional.

Veinte años fuera de la tierra, visitando y descubriendo mundos nuevos, donde me hizo entender, a través de la ranura que nos sirve de único punto de contacto, con sus hermosos dibujos, que llegaba empapado de nuevas maneras de hacer vida, de encarar el hábitat, de comunicarse. Ahora debía adaptarse otra vez a su viejo planeta. A entenderse con su prójimo conversando, recordando, explicando, concibiendo, por qué hay mundos donde no hace falta hablar, donde hay cielos de color esmeralda, donde había visto a los árboles hacer el amor, donde un pez podía transitar su vida entre líquidas superficies desconocidas para terminar comiendo de esos mismos árboles tan cariñosos.

Y por eso, aunque parece el mismo, no es así. Tengo la sensación de que quiere leer mi mente cuando se abstrae absorto mirándome durante esos eternos minutos. Haciendo pausas interminables, donde creo que intenta hurgar en mi cerebro para saber si lo que le pregunto, verdaderamente, es necesario para mí saberlo. Donde veo físicamente al hombre que compartió mi vida hasta su marcha, pero no encuentro a la persona que participó en que nuestras vidas fueran casi perfectas.

Parece el mismo, pero no es ni su sombra. Dentro de dos días volverá a casa, me lo devolverán después de dos décadas de misión. Espero poder hacer que también aterrice su mente. Volver a la tierra para encontrarse el estéril lugar que hemos creado desde su partida, tiene que ser duro de asimilar. Ver, a través de las ventanillas de su módulo de aterrizaje, que sólo quedan capsulas intermitentes de áreas pobladas, esferas dispersas donde nos tenemos que proteger de ese aire envenenado que nos rodea, debe ser un duro golpe para quien fue en busca de la divergencia.

Aún recuerdo el primer día de su regreso, cuando volvieron a encontrase nuestros ojos de nuevo, nada dijo, sólo observó mi rostro, mi expresión de alegría desbordada, para asentir lagrimeando. Donde pude discernir que el personaje protagonista de aquellos cuentos de ficción ya no estaba, que sólo me iban a devolver una carcasa de navegante espacial sin el hombre que dejó éste planeta lleno de vida. Y ahora, soy yo quien tiene que hacer aterrizar al astronauta.

martes, 22 de julio de 2014

Mis cosas (poema)


Mi carácter vive sólo
Mis quimeras mando al traste
Mi carácter, de algún modo
Vive sólo mi carácter

Mi cabeza piensa sola
Mis sueños le dan pereza
Mi cabeza no valora
Piensa sola mi cabeza

Mis miedos rinden cuentas
Mis temores presagian tedios
Mis miedos a la mar violenta
Rinden cuentas, a mis miedos

Mis anhelos se han parado
Mis plegarias son recelos
Mis anhelos desdeñados
Se han parado, mis anhelos

Mi esperanza no tiene tiempo
Mi ilusión es una trampa
Mi esperanza, ¡y no miento!
No tiene tiempo mi esperanza

El escribano (poema)

Sed amarga, cruel esclavo
Abrigando la carencia
Más el mar que viene alzado
Trae sedimentos de miseria

De lo propio a lo escaso
Del devenir de los días
Se entristece la alegría
De ver inacabados los vasos

Mundo ruin, soez, esquivo
Deslucido, si os merece
Que no arredra al distraído
Más si para, ¿quién padece?

De maltrechas acerillas
Donde posan tantos pies
Ya recogen las plumillas
Lo que los ojos no ven

Vive al fin el escribano
Que rellena lo olvidado
Convirtiendo lo pagano
Maravilla, puesta en mano

Gana la resta (poema)

Son más de dieciocho mil
Los días que llevo contados
Queda menos para el fin
¿un tercio de lo andado?

Son más de seis mil
Los días que he dormido
Triste resta para mi
Que soñando los he vivido

Son otros siete mil
Los distraídos trabajando
¿Y los que quedan por venir?
También los iré restando

Pues quedan ya cinco mil
De esos que en verdad cuentan
Esos pocos que hacen vivir…
…Y para añorar a los cincuenta

Sed amarga, cruel esclavo (poema)

Tiempos a… que fueron mejores
Perpetuo, con fusta insistente
Nostalgias de una vida de errores
Mejorando lo aquí presente

Pero la vida se prolonga sin remedio
Mostrando caminos, veredas y sendas
Que no vimos, escapando del tedio
Aunque estar estaban, con sus prebendas

Gran justiciero que quita o da
Mientras, proyectados por avenidas
Caminos anchos sin verdad
¿Elegirías ahora, esa vida?

Nunca pienso en el pasado
Como mejor tiempo que el de ahora
Sed amarga, cruel esclavo
Juez de virtud, el verdor sólo se añora

lunes, 21 de julio de 2014

Vacíos llenos de nada (poema)

Dormido en el margen de la cama
Resignando espacios que no son usados
Soñando el calor que le pueda atrapar
llora y espera, poder ser amado
Girando en si mismo, alarga su brazo
Para palpar vacíos llenos de nada
Mirando horas muertas, y enumeradas
Que llegan difuntas, como una sorteada bala
Y crees caer por un infinito abismo
Mientras te agarras con inerte mano
Del borde proscrito de tu frío lecho
Quién te ha de parar, de tu propio vano
Si mueres un poco cada anochecer
Esperando incluso fuera de horario
Te diré una cosa que te hará estremecer
Eres el casero en un corazón solitario

Desahuciado

Sentado, bien entrada la noche, en un húmedo banco de la plaza de su pueblo, rodeado de todas sus pertenencias, frente al hogar donde había nacido y vivido desde hacía ocho años, Carlitos rebuscó nervioso en su maleta, entre sus libros del cole, intentando encontrar el viejo diccionario que su padre le había conseguido,  intercambiándolo por una reparación en el coche a un antiguo vecino. Las manoseadas páginas volaban entre sus pequeños dedos, hasta que halló el significado de aquella extraña palabra.

DESAHUCIADO: Quitar a uno toda esperanza de conseguir lo que desea.

Y tras leer esa indiscutible definición, volvió a mirar los ojos llorosos de su padre quien, con la cabeza hundida en su pecho, acababa de ser forzado a la más triste de las condenas.



Al Sr. Presidente le gustaba desayunar en una pequeña mesa camilla que escondía en un cuarto anexo a su enorme despacho. Allí, degustaba cada mañana su bollo de anís recién horneado y su café con canela, mientras repasaba los titulares de los periódicos y la correspondencia diaria.

Tras dejar pasar los diez minutos de rigor, la sombra del asistente hizo su aparición portando en sus manos enguantadas las carpetas con los informes para el Debate de la Nación del día siguiente. Y una vez más volvió a pensar en lo ridículo que era desayunar en aquella mesa tan breve al intentar dejar los gruesos Dossier, que los distintos Ministerios enviaban puntualmente antes de dichas importantes sesiones.

Dejándolos como pudo en el filo de la mesita, a punto de caerse, se retiró como era costumbre unos metros para pasar allí los cuarenta y cinco próximos minutos de pie y sin decir nada.

La mañana hubiera sido totalmente anodina, como tantas otras, si no hubiese destacado aquel sobre de color azul, encima del montón de correspondencia. Aquella variante de color que mantenía los ojos del ordenanza tan pendientes y por la que el aburrimiento matinal habitual, hoy, no provocaba tantos bostezos.

Transcurridos veinte minutos, leyendo los monótonos informes económicos, el atrevido color comenzó a hacer mella en su concentración, siendo consciente de la enorme importancia de memorizar las cientos de estadísticas que evidenciaban una diminuta luz en el túnel de la recuperación.

Harto de obligarse a mantener la mirada en los informes y no aguantando más la distraída presión ejercida por aquella carta, la tomó en su mano, obligando al sirviente a recolocar su corbata y a carraspear en exceso.

Sin matasellos ordinario, sin dirección de remitente y sin el color apropiado, rompió un lateral para dejar caer una simple hoja de papel de cuadernillo escrita a mano. El asistente también la pudo ver con claridad desde donde estaba, inerte pero atento, obligando a sus ojos mantener un arriesgado ángulo de visión.

La escritura era temblona. Se podría decir incluso, sin leerla, que la mano que empuñó aquel lápiz emitiera un sufrido sentimiento de apatía o desfallecimiento.

El Sr. Presidente tuvo que acercarse hacia la enorme puerta del despacho oficial para aprovechar la potente luz que emitía la lámpara central, en forma de araña invertida y leer con atención:

Estimado Presi: soy Carlitos, tengo ocho años y vivo en la calle desde hace tres semanas. Antes de que a mis padres les quitaran la casa donde siempre hemos vivido, fui ganador de un premio especial en el Colegio donde acabo de terminar, con buenísimas notas, el sexto curso de Primaria. El argumento de la redacción que me hizo ganar este premio era: “cómo ves tu país”. El contenido del texto que me ha hecho ganador de una visita al Parlamento uno de los días más importantes de la democracia, inspiró hasta la seño de Lengua, ya que su cara, casi siempre enfadada, se iluminó como nunca antes yo la había visto. La quiero mucho, y me ha enseñado cosas muy valiosas para mi futuro.

En él le imitaba, cuando decía en la tele que en el país ya se van notando los nuevos brotes verdes, trozo que hacía mucha gracias a mis compañeros.

Ahora ya nada es gracioso, ya que vivimos en la calle. He buscado la palabra desahuciado en el diccionario y, aunque he entendido su definición, no me ha quedado muy claro como asumir eso mientras usted dice que todo va bien.

Por ello, quiero pedirle que me reciba unos minutos mañana, día 28 de junio de 2011, para que me pueda explicar, usted que sabe tanto y por eso es nuestro Presi, ¿por qué dice el diccionario que ya mi familia no tiene esperanzas en conseguir lo que desea, y nos llaman esa palabra tan fea?

Nada más, Sr. Presi. Nos vemos mañana.

Nunca permitas (poema)

VIOLENCIA
Murieron las frías y frenéticas aguas
Llegadas al delta, llegada a la playa
Como muerta está el alma maldita
Del ser que levanta su cruel espada

DESIDIA
Los ojos, la piel, la ausente sonrisa
Revelan más cosas que las que se digan
Si miras, tocas, u observas sin prisas
Verás lo que falta, requiere o termina

AUSENCIA
Si ves que me pierdo entre tus líneas
Entretenido en el fondo del vaso
Atrapa mi cara con tu mano nívea
Y salva mi mente de mi atroz fracaso

APATÍA
Murieron las flores entre tus dedos
Por olvidar cuidar lo que se quiere
Y así vencerán las sombras del miedo
Por retener el alma y mientras, esperes

Violencia, desidia, ausencia o apatía
Nunca permitas…. aunque el amor sea tu guía

jueves, 17 de julio de 2014

La pregunta (relato corto)


La pregunta surgió con la aparente inocencia de la duda de un niño. El lugar: una simple sala de conferencias anexa a la sede de la Unión Europea en la ciudad de Bruselas. El contexto: una conferencia y la posterior presentación de la última novela de uno de los mejores escritores de “best Sellers”. El razonamiento: exponer los efectos dañinos, resultado de proyectos ejecutados, tales, como Internet o el propio descubrimiento de la energía nuclear. Éste último, habiendo alternativas más fiables, como las acreditadas energías renovables.

Simple y clara, se abrió paso en las mentes de todos cuantos escuchaban su amena conferencia.

-El abanico de probabilidades se eleva exponencialmente con cada minuto que pasa después de formularla. Son cuestiones amargas de acometer, pero totalmente necesarias si lo que queremos en verdad es que el resultado tenga una valoración en su justa medida. ¿Quién iba a pensar que, cuando se formuló la posibilidad de interconectar a todos los habitantes de la tierra en una red global de información, ésta, sería el arma propicia para que el terrorismo pudiera superar las fronteras territoriales de sus países de origen?, o ¿qué ahora la construcción de la Centrales Nucleares, fueran un irremediable peligro de contaminación medio ambiental para el futuro de nuestro mundo, sin solución?-

Mientras, en la coqueta sala de conferencias, varias de sus señorías, en total y respetuoso silencio, intentaban pasar desapercibidas. Un receso para cenar, entre las innumerables reuniones políticas que decidirían cuestiones tan parecidas a las expuestas por el insigne orador, antes de las vacaciones de verano, les había llevado a escuchar la formulada pregunta. Y ya, en sus cabezas, el abanico comenzaba a desplegarse de manera turbadora.

-Esta simple cuestión, aplicada a todas las decisiones importantes que se toman, sin valorar sus efectos a largo plazo, podría influir, e incluso evitar, posibles posteriores errores irreversibles. Nadie prevé la posibilidad de anular esa red, indiscutible plataforma de programas que han hecho separar a más parejas en el mundo que la simple revelación del desamor o la propia muerte, aunque ya sus efectos secundarios nos revelen que son peores que la misma carencia por la cual fue creada.-

Las interrogantes miradas entre los asistentes dieron veracidad a las palabras del escritor, tanto en cuanto el silencio se podría describir como el acontecido ante un cadáver.

-Imaginemos un estadio futuro donde, de un proyecto racionalmente indiscutible como es el Banco Mundial de Semillas, las tierras que dejemos para su cultivo y recuperación de las mismas, ya sean yermas, baldías, inaprovechables para que puedan enraizar y reproducirse, con una lluvia ácida que mate cualquier posibilidad de alimentar ni hacer crecer nada de lo sembrado. Si no cuidamos el medio donde se supone deberemos utilizar el material guardado, tan celosamente, en ese Banco, ¿de qué nos serviría?- 

Las respuestas a dicha pregunta, tenían tantas y tan diferenciadas posibilidades, como personas de distintas etnias, formación o estrato social, llenaban la respetuosa sala de conferencias. Incluso, el conferenciante se vio en la necesidad de introducir algún guiño gracioso para hacerlos volver de sus inevitables cavilaciones.

-Permítanme ilustrarles con algunas de las posibilidades que describo en esta novela que presento hoy, en las que el protagonista podría sentarse en un solitario bordillo de una calle cualquiera a ver pasar a las chicas, hasta la posibilidad de acabar con el mundo. Por eso no podemos recrear respuestas de largo recorrido, el tiempo se agota irremediablemente, tic, tac… tic, tac,…-

Pero las implícitas risas del público, no quitaron ni un ápice de seriedad al tema expuesto, Es más, incluyendo algunos datos ni siquiera asumidos por casi ninguno de los oyentes.

-Un científico, en la soledad de su laboratorio, no debe pensar sólo en cómo lograr un resultado positivo de su investigación sino también en la repercusión que tendrán dichos experimentos para el futuro de la humanidad. Ya sé que la mente es tan corta como la vida que compartamos, lo que si debemos ser es más amplio de miras si queremos dejar algo más que dudas a las nuevas generaciones-

Tras los saludos, fotografías y firmas del ponente y escritor, la sala quedó definitivamente en el silencio que, a partir de ahora, tengamos que acudir si queremos hallar la simple y complicada respuesta a dicha pregunta.


¿Qué harías si sólo te quedaran tres días de vida?

miércoles, 16 de julio de 2014

Mi último deseo (poema)

Una bella tarde de primavera
Todo desapareció ante mí
Y no hallé razón, sea, cual fuera
Mas que la muerte dicto, que ya era mi fin

Y no vi las nubes, y no vi cancela
Ni luz cegadora, ni barbado caballero
Sólo el llanto amargo de almas en pena
Llorar como niños, aterrados de miedo

Un segundo antes, me rodeaban las flores
Y una amplia sonrisa, que me hacia reír
La vida era bella, plúmbea en amores
Pero quien decide, me ha alejado de ti

Y ahora estoy muerto, y me rodea el vacío
No teniendo remedio, lo tendré que sufrir
Recibe mi amor, desde este sitio tan frío
Que tu vida sea hermosa... lo más lejos de aquí

Mi Ser aborigen, una tarde cualquiera (relato corto)



Podría comenzar esta historia como tantas otras: <la bruma se apartó impávida, mientras el barco se acercaba a tierra. Despacio y silenciosa, les abrió el camino hasta la playa. ¡El final está cerca!, ¡ya lo ven!, ¡ya lo desean!, tras meses de duro viaje. Huele a costa. Ya el motivo da igual, el por qué del mismo da igual, sólo quieren pisar tierra firme. Disfrutar de ese vergel que han vislumbrado al pasar tantas veces cerca de estas islas. El olor a tierra virgen les embriaga. Esa nueva tierra sólo para ellos…. Ya los tablazones del mascaron de proa casi rozan la arena. Esa limpia y suave arena que se pisará por primera vez….. >


Pero no sería justo por mi parte. No para la memoria del ancestral pueblo de aborígenes grancanarios.

El Reino de Castilla no mandó barcos y tropas a descubrir unas islas perdidas en el Atlántico. Venían con un motivo concreto, seguramente informados desde otros países muy lejanos. Lo que no pensaron encontrar en ellas fue una comunidad de nueve siglos de antigüedad. Transitando la edad de piedra y la del hierro, ¡sí!, pero cohesionados culturalmente, lógica virtud de un pueblo longevo.

…………………………………………………………………

A principios del siglo XV, los castellanos vinieron a canarias a explotar lo que habían hecho ya otros reinos siglos atrás. Unos recursos ni siquiera aprovechados por sus legítimos habitantes: la orchilla (roccella canariensis), un liquen que se encuentra en los inhabitables riscos costeros del que se extrae un color natural (orceína) que, elaborado, se obtiene un colorante púrpura (Reyes, Nobles, Pápas, obispos y Cardenales entre otros, utilizaban éste color diferencial entre el populacho). Y también, el atún, del cual se conseguía un escabeche muy valorado en la vieja Europa.

Estos fueron los recursos, tan necesitados fuera de canarias, que llevaron al ocaso de este pueblo.

…………………………………………………………………

Es por eso que yo explicaré esta historia a mi manera, con opinión propia, la cual no refleja más veracidad que la entendida por mí. (Extraída de la conversación de tres amigos, una tarde cualquiera, alrededor de varios cafés)



Tras una recargada y técnica conferencia sobre los nuevos proyectos a realizar en el Museo y Parque Arqueológico CUEVA PINTADA, ubicado en el noroeste de la Isla de Gran Canaria, me acerqué con mis dos amigos a tomar un café en un local próximo. Todos coincidimos en lo aburrido que se hizo la parte que no acometía la historia aborigen Prehispánica, siendo nuevamente ofrecida por un no nativo. Gustos al margen, lo expuesto de lo que nos apasionaba verdaderamente, y motivo de nuestro formal encuentro, abrió un interesantísimo debate, que así recuerdo:

Todavía escuchábamos la megafonía de la Conferencia, a través de los grandes ventanales exteriores de la reconocida Asociación Monetaria y Mercantil, Alfonso XII, cuando Miguel, elevando los brazos con énfasis para añadir fuerza a su razonamiento, y sin tomar asiento todavía, expuso:

-Fenicios y romanos se aproximaron a las islas en los albores del siglo VII, viajeros incansables, aprovisionados de esclavos, descubrieron en las islas dos recursos muy lucrativos en aquella época. Ambos Imperios crearon asentamientos estables en las islas para explotar dichos recursos, los cuales, una vez expoliados, decidieron abandonar. Dejando tras ellos gran parte de sus esclavos, proliferados durante sus largos periodos de asentamiento, a su suerte-.

Santiago y yo, le escuchábamos ensimismados, conocedores de su gran pasión por el tema. Aunque no oficialmente, sus reseñas y descubrimientos personales, de un tema tan abierto como es este a día de hoy, vienen dando luz a las sombrías reflexiones de unos historiadores más preocupados por sus remuneraciones mensuales que por aclarar, con detalle, qué sucedió fehacientemente en los últimos días de ese pueblo del que ya no queda más que nuestra mezcla de ADN con tantos otros que pasaron tras su conquista.

De ese erudito inicio, destacaría el contingente humano abandonado, precursor de lo que llegó a ser nuestro pueblo aborigen nueve siglos después.¡Guau!

Los cafés que nos llevarían al interesante debate posterior, estaban tardando demasiado, cuando escucho una voz desde el interior de la cafetería decir: “¡Yeray!, los cafés de la terraza”. ¡Que extraña casualidad! típico nombre aborigen. Y tras las aromáticas infusiones llegó el nombrado. Yo diría que treinta y tantos, de la quinta de los ochenta. Pensé que era lógico por la proliferación en esa década de un ardor patriótico que llevó a que muchos de los canarios nacidos por esas fechas fueran bautizados con tales nombres como: Nayra, Artemi, Ithaisa, Ayose, Echedey o, el tan común, YERAY.

Tras los primeros sorbos, Miguel continuó impaciente, tras el interludio del camarero, su exposición: -esos mismos esclavos, de mayoritaria procedencia Bereber, abandonados en casi todas las islas, se adaptaron como pudieron a los escasos recursos alimenticios que tenía esa nueva tierra. Cumpliendo con la forma de vida de sus países de origen, tuvieron que adaptarse al micro entorno de las islas que se habían vistos forzados a poblar. Nueve siglos sobreviviendo en ellas, fueron creando un idioma (mezcla de sus lenguas de origen) y una forma de vida distinta. La cual se desarrolló alrededor de la piedra y la madera-.

”Muestra de su particular adelanto cultural, a pesar de vivir en esas condiciones, fueron sus habituales encuentros entre las distintas aldeas, repartidas por toda la isla, donde solían practicar, lo que se ha quedado en llamar, y ya deporte emblemático del archipiélago canario, la “Lucha Canaria” y la “Lucha del Palo”. Por ejemplo, de la primera: el objetivo de la misma, sin armas ni objeto alguno, es derribar al contrincante logrando que cualquier parte de su cuerpo, aparte de sus pies descalzos, toque la arena. Simple y limpio, como mandan los cánones deportivos actuales. Deporte de Caballeros, dirían algunos. Imagino que utilizado, en ocasiones, para discernir alguna disputa o contrariedad entre los mismos participantes”

-Una pregunta- dije, dejando la taza, aún caliente, en la mesa. -¿No tuvieron contacto con nadie durante ese tiempo de transición hasta llegar a ser el majestuoso pueblo que nos pintan siempre?-

-Sí, claro que sí. En esos novecientos años, siguieron arribando naves y personas de países más desarrollados que ellos, las cuales venían a aprovisionarse para seguir sus viajes de descubrimiento. Creando en los isleños una notoria desconfianza, reconocidos los motivos que los habían hecho llegar hasta allí. Fuertes, libres y orgullosos de su particular mundo, repelieron todo tipo de agresiones externas…. hasta que llegaron los castellanos-

A esas alturas, Santiago ya estaba en terreno conocido, y nos explicó: - en el auge, comercial y bélico, del Reinado De Fernando e Isabel la católica, portando la simple, pero obligatoria, cruz de su religión, llegaron para apoderarse de las islas. Cristianizar y explotar sus pocos recursos (incluso de esclavos) para la Corona, fue la orden que los obligó a defenderse durante sesenta años de cruenta represión-

Debo reconocer que, aunque me apasione nuestra historia, soy total desconocedor de ella, de ahí tantas preguntas intentando hacerme un hueco en la conversación, después de otro sorbo a un segundo café, claro: me imagino ¿qué piedras y palos contra trabucos y arcabuces, poco podrían hacer?, y al contrario de mi creencia, Miguel nos informó de que la conquista no fue camino fácil para los castellanos. La destreza de los nativos lanzando piedras y escondiéndose tras los ataques, contuvo el asedio durante aproximadamente sesenta años, mientras la paciencia de unos se iba mellando, los aborígenes parecían estar aguantando bien, hasta que comenzaron las matanzas indiscriminadas de una parte de la población que ya compartía con ellos su día a día en el enclave militar que les servía de ciudad y puerto al resto del mundo.

Y tras contarnos varias de esas épicas batallas, Miguel acometió la parte más polémica de la definitiva conquista, en la cual, el nombre de Fernando Guanarteme, (Tenesor Semidán), antes de su bautizo cristiano, al recibir el nombre de pila del Rey castellano) aparece siempre entre dos renombrados axiomas: “salvador” y “Traidor”.

-Tenesor Semidán, era el GUANARTEME (rey) por aquel entonces en el GUANARTEMATO (reino) de la zona de Galdar (primera capital castellana de Gran Canaria). Único interlocutor con los españoles, sufría por ver casi extinguirse a su pueblo por los asesinatos de los opresores, sufridos durante seis décadas, fue el obligado firmante del tratado de rendición. Donde unos pocos, incluida su hija GUAYARMINA Semidán (princesa), se refugiaron en el interior de la isla, contrarios a la ocupación castellana. Con posterioridad, algunos de esos proscritos, negados a someterse al yugo de la Corona y de esa extraña religión, se suicidaron, tras el cerco de las tropas, arrojándose al vacío desde una atalaya natural del interior de la isla de Gran Canaria, recordada por siempre ya, como: la FORTALEZA DE ANSITE, al grito de: “ATIS TIRMA”

Hasta ahí, la historia libre de los aborígenes grancanarios, y nuestro fugaz y formal encuentro, una soleada tarde cualquiera. Pero, como ya sabemos: “LA HISTORIA LA ESCRIBEN LOS VENCEDORES” permítanme este, mi personalísimo, Homenaje.

Quiero hacer una mención especial al líder de la resistencia de los GUANCHES (Así llamados, sólo, los aborígenes de esa bella isla) de la conquista de Tenerife: “BENCOMO”

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Hay miles de historias parecidas en todas y cada una de las islas, consideradas menores en aquella época, pero que nos abastecen de leyendas inolvidables como la de “GARA Y JONAY” (Tenerife y La Palma) o la del árbol “GAROÉ” (El Hierro).

La historia reciente de los gancanarios, es otra historia, que dejaremos para otro relato.

Observación: nombres comunes de los aborígenes del archipiélago canario:   http://perso.wanadoo.es/javri/canarias/nguanches/femenino_a-f.htm


¿Cuánto más? (poema)



Al ver a aquel gorrión cantar alegre
Posado en la rama del arrasado bosque
Mis preguntas se vuelven flechas
Vueltas al hogar, tras dura noche

¿Cómo son posibles tantos milagros?
¿Cómo de olvidadizos son nuestros corazones?
De días y días de extrema barbarie
Que por seguir el avance, evitan razones

Que un mundo entero se torna una brizna
Si la mano que golpea, debe proporción
Insulsos mirando desde el triste borde
¿Cuánto más aguantará el alegre gorrión?

Dedicado a los que sufren el conflicto Palestino-Israelí.

martes, 15 de julio de 2014

Delante de ochenta y nueve velas (relato corto)

Sus días se acababan, era hora de ordenar las piezas que componían su vida. Su esfuerzo había valido la pena, ya era hora de cerrar la puerta. Cincuenta y tres años de incertidumbres sobre como arraigarse a algo más que no fuesen sus dudas. Ese inmenso dolor de mujer sufrida, madre coraje y niña desatendida.

Ella, Ana Expósito Romero de Sigüenza, quería dejar atrás sus malos recuerdos, sus inacabados pensamientos de ¿cuál fue el origen? De ¿quién la trajo al mundo? ¿Quiénes eran sus padres?, al sentir un velado desarraigo con los que decían ser sus hermanos y progenitores. Sus ojos azules, la marca del brazo y un sinfín de minúsculos detalles que la hacían diferente. Sus buenas notas, su aplicado deber, incluso, su insuperable paciencia, la distaban de todos ellos.

Y por eso estaba allí, tras toparse por casualidad con un anciano en el metro que, al oírla presentarse por el teléfono móvil, le había contado el origen de su segundo nombre.

-“Sabe usted que ese nombre significa “niño abandonado” (Ex pósitus) en latín, “puesto fuera”. Los padres romanos tenían la potestad de dejar al hijo no deseado, o repudiado, fuera de su protección familiar. Lo cual les acarreaba el desprecio inmediato de la sociedad. ¿Es usted de Lugo o Jaén? ¿Qué día cumple?”-

Preguntas insignificantes pero que la habían hecho pensar. En desacuerdo con sus hijos, pero decidida. Segura de que el momento no era el adecuado. El día elegido no debía ser más que un día especial para cualquiera, pero estaba cansada, harta de ver en sus hermanos a extraños, deambulando por las veredas más inhóspitas de barrios inmundos en busca de su dosis diaria.

Y hoy tendría que sufrirlos de nuevo. Hoy debía mantener las formas, le apuntaban desde casa. Pero los días se le agotaban, ya no tendría mucho más tiempo, quería saberlo. Hoy era la única oportunidad de encarar sus ojos y preguntarle lo que tanto esperó, por respeto.

Y delante de ochenta y nueve velas encendidas, entre su descarriada y patética familia, delante de la foto del que había ejercido de padre hasta los diecinueve y con dos pares de ojos atravesándole el corazón, antes de que una segunda aneurisma hiciera que su débil corazón le fallase definitivamente, preguntó, mirando inquisitiva sus negros ojos ¿en verdad soy hija vuestra, madre?

Esencia de libertad (relato corto)

“No era serpiente ni puma quienes les hacían huir. Esta vez era algo insólito, extraños hermanos los perseguían por la tórrida llanura. Con extrañas voces dirigiendo sus cascos tras ellos. Corriendo durante interminables millas en el más caluroso y polvoriento verano del condado de Texas, sin tregua, sin pausa para poder exigir el necesitado aliento.

Y al filo de la tarde, cuando ansiaban las sombras de la noche, un extraño objeto le sujetó del cuello. Incapaz de soltarse, le separaron de los suyos. Rabiosamente asustado tiró tanto como su fuerte cuerpo pudo sin doblegar lo que le asfixiaba cada vez más, tirándolo al suelo inclusive.  

<De pelo claro y manchas color fuego, de amplia Clint y alta grupa, fue atrapado cerca del río. Manada de al menos setenta miembros y dos años aproximadamente>. Esa fueron las anotaciones que el viejo Bud Munroe escribió sobre aquel corcel al encerrarlo en el establo. Su pequeña nieta Lily, no despegaba sus ojos de aquel hermoso Mustang, al verlo luchar contra todo y todos. Sus enormes orificios nasales emanaban vapor a raudales. El olor de su cuerpo era raro, como olían los campos abiertos del norte. Nada parecido a los demás caballos que, silenciosos, se escondían en el establo”.

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Ciento veinte días atrás aquel mesteño cabalgaba libre sobre la gran llanura. Altivo, salvaje y libre, su robusto cuerpo y sus fuertes patas, corriendo junto a su manada, daban justificación a la palabra libertad. Ahora, gracias a un simple concurso, cabeceaba en las apestosas caballerizas del ganador, añorando el ruido del galope de sus hermanos, las noches de vigilia imaginando la sombra del lobo y el aire puro de la planicie.

Y la pequeña Lily, nacida casi entre cascos de caballos, pensó que ya no podría luchar jamás por ser líder, ahora ya, alguna preciosa potra de cuello manchado sería de otro. Que el enfrentarse a los gélidos ojos del puma y hacerlo retroceder hasta buscar refugio de sus temidas patas, de nada servirá. Ya no sería caballo nunca más.

Setenta días aguantó su salvaje espíritu. Setenta días, en los que destrozó todo lo que pusieron cerca de sus patas. Setenta días intentando matar a aquel hombrecillo que le colocó la soga que quebró su indómita naturaleza. Sin apenas dormir, sin comida, oyendo y sufriendo el chasquido del látigo.

Y la triste niña ahora sólo veía una simple mascota, dócil y sumisa al bocado que le hacía ir a uno u otro lado. Hiriendo su orgullo. Doblegado.

Mientras, él, cada noche creía escuchar el aullido del lobo llegar desde más allá del río, su errante voluntad le recordaba los miedos de los potrillos, sin ver aún la figura de la bestia que emitía tales enigmáticos lamentos desde las lejanas montañas. Esa voluntad gregaria pero salvaje a la vez, que luchaba en su interior haciéndole relinchar en la oscura noche… sin respuesta.

La pequeña Lily, lo observaba cada mañana como iba perdiendo aquella arrogante mirada que la admiró cuatro meses atrás. La fuerza de unos ojos que querían escapar a toda costa, relinchando y golpeando día y noche. Aquella mirada que ahora no exhibía, más que cuando llegaban los ruidos nocturnos del bosque. La que la hacía llorar amargamente al verlo pasear con la cabeza gacha, con esa abatida existencia del esclavo arrancado de sus raíces, y por la cual pidió a su abuelo que lo soltara. Que lo dejara volver con los suyos, que ya había realizado su trabajo ayudándole a ganar doscientos mil dólares. Rogándole devolverle a la llanura, donde recuperase su carácter salvaje.

Y tras doscientos días encerrado, una brumosa mañana de principios del invierno, la valla se abrió para dejarlo libre de nuevo. Y Lily lo vio correr libre, con la cabeza alta, sin mirar atrás, ni una sola vez. Y abrazando fuertemente a su abuelo, le miró sonriendo dándole las gracias por él.


En el salón de la casa de la familia de rancheros de Bud Munroe, se exhibió la foto de aquel mesteño, ganador del primer premio del torneo EXTREME MUSTANG TRANSFORMATION, del año 2007, hasta la muerte de Lily Munroe a los noventa años, donde se podía leer bajo ella.

“Si por la libertad se ha de perder la vida
Que por la vida no se pierda la voluntad”

“RISK “ MUSTANG CASTRADO
RANCHO MUNROE / (EXTREME MUSTANG 2007)

"Apelando a su Fundación en defensa del Mustang, más de 400 caballos salvajes participaron en su edición de 2014"