Podría comenzar esta
historia como tantas otras: <la bruma se apartó impávida,
mientras el barco se acercaba a tierra. Despacio y silenciosa, les abrió el
camino hasta la playa. ¡El final está cerca!, ¡ya lo ven!, ¡ya lo desean!, tras
meses de duro viaje. Huele a costa. Ya el motivo da igual, el por qué del mismo
da igual, sólo quieren pisar tierra firme. Disfrutar de ese vergel que han
vislumbrado al pasar tantas veces cerca de estas islas. El olor a tierra virgen
les embriaga. Esa nueva tierra sólo para ellos…. Ya los tablazones del mascaron
de proa casi rozan la arena. Esa limpia y suave arena que se pisará por primera
vez….. >
Pero no sería justo
por mi parte. No para la memoria del ancestral pueblo de aborígenes grancanarios.
El Reino de Castilla no mandó barcos y tropas a
descubrir unas islas perdidas en el Atlántico. Venían con un motivo concreto,
seguramente informados desde otros países muy lejanos. Lo que no pensaron
encontrar en ellas fue una comunidad de nueve siglos de antigüedad. Transitando
la edad de piedra y la del hierro, ¡sí!, pero cohesionados culturalmente,
lógica virtud de un pueblo longevo.
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A principios del siglo
XV, los castellanos vinieron a canarias a explotar lo que habían hecho ya otros
reinos siglos atrás. Unos recursos ni siquiera aprovechados por sus legítimos
habitantes: la orchilla (roccella canariensis), un liquen que se encuentra en
los inhabitables riscos costeros del que se extrae un color natural (orceína)
que, elaborado, se obtiene un colorante púrpura (Reyes, Nobles, Pápas, obispos
y Cardenales entre otros, utilizaban éste color diferencial entre el
populacho). Y también, el atún, del cual se conseguía un escabeche muy valorado
en la vieja Europa.
Estos fueron los
recursos, tan necesitados fuera de canarias, que llevaron al ocaso de este
pueblo.
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Es por eso que yo
explicaré esta historia a mi manera, con opinión propia, la cual no refleja más
veracidad que la entendida por mí. (Extraída de la conversación de tres amigos,
una tarde cualquiera, alrededor de varios cafés)
Tras una recargada y
técnica conferencia sobre los nuevos proyectos a realizar en el Museo y Parque
Arqueológico CUEVA PINTADA, ubicado en el noroeste de la Isla de Gran Canaria,
me acerqué con mis dos amigos a tomar un café en un local próximo. Todos
coincidimos en lo aburrido que se hizo la parte que no acometía la historia
aborigen Prehispánica, siendo nuevamente ofrecida por un no nativo. Gustos al
margen, lo expuesto de lo que nos apasionaba verdaderamente, y motivo de
nuestro formal encuentro, abrió un interesantísimo debate, que así recuerdo:
Todavía escuchábamos
la megafonía de la Conferencia, a través de los grandes ventanales exteriores
de la reconocida Asociación Monetaria y Mercantil, Alfonso XII, cuando Miguel,
elevando los brazos con énfasis para añadir fuerza a su razonamiento, y sin
tomar asiento todavía, expuso:
-Fenicios y romanos se
aproximaron a las islas en los albores del siglo VII, viajeros incansables,
aprovisionados de esclavos, descubrieron en las islas dos recursos muy
lucrativos en aquella época. Ambos Imperios crearon asentamientos estables en
las islas para explotar dichos recursos, los cuales, una vez expoliados,
decidieron abandonar. Dejando tras ellos gran parte de sus esclavos, proliferados
durante sus largos periodos de asentamiento, a su suerte-.
Santiago y yo, le
escuchábamos ensimismados, conocedores de su gran pasión por el tema. Aunque no
oficialmente, sus reseñas y descubrimientos personales, de un tema tan abierto
como es este a día de hoy, vienen dando luz a las sombrías reflexiones de unos historiadores
más preocupados por sus remuneraciones mensuales que por aclarar, con detalle,
qué sucedió fehacientemente en los últimos días de ese pueblo del que ya no
queda más que nuestra mezcla de ADN con tantos otros que pasaron tras su conquista.
De ese erudito inicio,
destacaría el contingente humano abandonado, precursor de lo que llegó a ser
nuestro pueblo aborigen nueve siglos después.¡Guau!
Los cafés que nos
llevarían al interesante debate posterior, estaban tardando demasiado, cuando
escucho una voz desde el interior de la cafetería decir: “¡Yeray!, los cafés de
la terraza”. ¡Que extraña casualidad! típico nombre aborigen. Y tras las
aromáticas infusiones llegó el nombrado. Yo diría que treinta y tantos, de la
quinta de los ochenta. Pensé que era lógico por la proliferación en esa década
de un ardor patriótico que llevó a que muchos de los canarios nacidos por esas
fechas fueran bautizados con tales nombres como: Nayra, Artemi, Ithaisa, Ayose,
Echedey o, el tan común, YERAY.
Tras los primeros
sorbos, Miguel continuó impaciente, tras el interludio del camarero, su
exposición: -esos mismos esclavos, de mayoritaria procedencia Bereber,
abandonados en casi todas las islas, se adaptaron como pudieron a los escasos
recursos alimenticios que tenía esa nueva tierra. Cumpliendo con la forma de
vida de sus países de origen, tuvieron que adaptarse al micro entorno de las
islas que se habían vistos forzados a poblar. Nueve siglos sobreviviendo en
ellas, fueron creando un idioma (mezcla de sus lenguas de origen) y una forma
de vida distinta. La cual se desarrolló alrededor de la piedra y la madera-.
”Muestra de su particular adelanto cultural, a pesar
de vivir en esas condiciones, fueron sus habituales encuentros entre las
distintas aldeas, repartidas por toda la isla, donde solían practicar, lo que
se ha quedado en llamar, y ya deporte emblemático del archipiélago canario, la
“Lucha Canaria” y la “Lucha del Palo”. Por ejemplo, de la primera: el objetivo
de la misma, sin armas ni objeto alguno, es derribar al contrincante logrando
que cualquier parte de su cuerpo, aparte de sus pies descalzos, toque la arena.
Simple y limpio, como mandan los cánones deportivos actuales. Deporte de
Caballeros, dirían algunos. Imagino que utilizado, en ocasiones, para discernir
alguna disputa o contrariedad entre los mismos participantes”
-Una pregunta- dije,
dejando la taza, aún caliente, en la mesa. -¿No tuvieron contacto con nadie
durante ese tiempo de transición hasta llegar a ser el majestuoso pueblo que
nos pintan siempre?-
-Sí, claro que sí. En
esos novecientos años, siguieron arribando naves y personas de países más
desarrollados que ellos, las cuales venían a aprovisionarse para seguir sus
viajes de descubrimiento. Creando en los isleños una notoria desconfianza,
reconocidos los motivos que los habían hecho llegar hasta allí. Fuertes, libres
y orgullosos de su particular mundo, repelieron todo tipo de agresiones
externas…. hasta que llegaron los castellanos-
A esas alturas,
Santiago ya estaba en terreno conocido, y nos explicó: - en el auge, comercial
y bélico, del Reinado De Fernando e Isabel la católica, portando la simple,
pero obligatoria, cruz de su religión, llegaron para apoderarse de las islas.
Cristianizar y explotar sus pocos recursos (incluso de esclavos) para la
Corona, fue la orden que los obligó a defenderse durante sesenta años de
cruenta represión-
Debo reconocer que,
aunque me apasione nuestra historia, soy total desconocedor de ella, de ahí
tantas preguntas intentando hacerme un hueco en la conversación, después de
otro sorbo a un segundo café, claro: me imagino ¿qué piedras y palos contra
trabucos y arcabuces, poco podrían hacer?, y al contrario de mi creencia,
Miguel nos informó de que la conquista no fue camino fácil para los
castellanos. La destreza de los nativos lanzando piedras y escondiéndose tras
los ataques, contuvo el asedio durante aproximadamente sesenta años, mientras
la paciencia de unos se iba mellando, los aborígenes parecían estar aguantando
bien, hasta que comenzaron las matanzas indiscriminadas de una parte de la
población que ya compartía con ellos su día a día en el enclave militar que les
servía de ciudad y puerto al resto del mundo.
Y tras contarnos
varias de esas épicas batallas, Miguel acometió la parte más polémica de la
definitiva conquista, en la cual, el nombre de Fernando Guanarteme, (Tenesor
Semidán), antes de su bautizo cristiano, al recibir el nombre de pila del Rey
castellano) aparece siempre entre dos renombrados axiomas: “salvador” y
“Traidor”.
-Tenesor Semidán, era
el GUANARTEME (rey) por aquel entonces en el GUANARTEMATO (reino) de la zona de
Galdar (primera capital castellana de Gran Canaria). Único interlocutor con los
españoles, sufría por ver casi extinguirse a su pueblo por los asesinatos de
los opresores, sufridos durante seis décadas, fue el obligado firmante del
tratado de rendición. Donde unos pocos, incluida su hija GUAYARMINA Semidán
(princesa), se refugiaron en el interior de la isla, contrarios a la ocupación
castellana. Con posterioridad, algunos de esos proscritos, negados a someterse
al yugo de la Corona y de esa extraña religión, se suicidaron, tras el cerco de
las tropas, arrojándose al vacío desde una atalaya natural del interior de la
isla de Gran Canaria, recordada por siempre ya, como: la FORTALEZA DE ANSITE,
al grito de: “ATIS TIRMA”
Hasta ahí, la historia libre de los aborígenes
grancanarios, y nuestro fugaz y formal encuentro, una soleada tarde cualquiera.
Pero, como ya sabemos: “LA HISTORIA LA ESCRIBEN LOS VENCEDORES” permítanme
este, mi personalísimo, Homenaje.
Quiero hacer una mención especial al líder de la
resistencia de los GUANCHES (Así llamados, sólo, los aborígenes de esa bella
isla) de la conquista de Tenerife: “BENCOMO”
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Hay miles de historias
parecidas en todas y cada una de las islas, consideradas menores en aquella
época, pero que nos abastecen de leyendas inolvidables como la de “GARA Y
JONAY” (Tenerife y La Palma) o la del árbol “GAROÉ” (El Hierro).
La historia reciente
de los gancanarios, es otra historia, que dejaremos para otro relato.
Observación: nombres
comunes de los aborígenes del archipiélago canario: http://perso.wanadoo.es/javri/canarias/nguanches/femenino_a-f.htm
Me ha encantado y me parece realmente interesante. Me enganchó hasta el final. Muchas gracias por el relato
ResponderEliminarMuchas gracias Amparo. Es uno de mis relatos más queridos. Hablar o escribir sobre la historia de nuestros ancestros grancanarios, es apasionante.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por leerlo y compartirlo. Gracias.
Felicitaciones. Muy bueno Carlos, me ha entretenido, lo leí con interés (Desde hace un tiempo existe en mi familia el conocimiento de que nuestro apellido tiene su origen allí). Saludos.
ResponderEliminarMe alegra y me estimula, que te haya gustado tocayo, más, sabiendo que hay vinculación con esta tierra nuestra. Gracias por tu amable comentario.
EliminarUn enorme abrazo.