miércoles, 16 de julio de 2014

Mi Ser aborigen, una tarde cualquiera (relato corto)



Podría comenzar esta historia como tantas otras: <la bruma se apartó impávida, mientras el barco se acercaba a tierra. Despacio y silenciosa, les abrió el camino hasta la playa. ¡El final está cerca!, ¡ya lo ven!, ¡ya lo desean!, tras meses de duro viaje. Huele a costa. Ya el motivo da igual, el por qué del mismo da igual, sólo quieren pisar tierra firme. Disfrutar de ese vergel que han vislumbrado al pasar tantas veces cerca de estas islas. El olor a tierra virgen les embriaga. Esa nueva tierra sólo para ellos…. Ya los tablazones del mascaron de proa casi rozan la arena. Esa limpia y suave arena que se pisará por primera vez….. >


Pero no sería justo por mi parte. No para la memoria del ancestral pueblo de aborígenes grancanarios.

El Reino de Castilla no mandó barcos y tropas a descubrir unas islas perdidas en el Atlántico. Venían con un motivo concreto, seguramente informados desde otros países muy lejanos. Lo que no pensaron encontrar en ellas fue una comunidad de nueve siglos de antigüedad. Transitando la edad de piedra y la del hierro, ¡sí!, pero cohesionados culturalmente, lógica virtud de un pueblo longevo.

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A principios del siglo XV, los castellanos vinieron a canarias a explotar lo que habían hecho ya otros reinos siglos atrás. Unos recursos ni siquiera aprovechados por sus legítimos habitantes: la orchilla (roccella canariensis), un liquen que se encuentra en los inhabitables riscos costeros del que se extrae un color natural (orceína) que, elaborado, se obtiene un colorante púrpura (Reyes, Nobles, Pápas, obispos y Cardenales entre otros, utilizaban éste color diferencial entre el populacho). Y también, el atún, del cual se conseguía un escabeche muy valorado en la vieja Europa.

Estos fueron los recursos, tan necesitados fuera de canarias, que llevaron al ocaso de este pueblo.

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Es por eso que yo explicaré esta historia a mi manera, con opinión propia, la cual no refleja más veracidad que la entendida por mí. (Extraída de la conversación de tres amigos, una tarde cualquiera, alrededor de varios cafés)



Tras una recargada y técnica conferencia sobre los nuevos proyectos a realizar en el Museo y Parque Arqueológico CUEVA PINTADA, ubicado en el noroeste de la Isla de Gran Canaria, me acerqué con mis dos amigos a tomar un café en un local próximo. Todos coincidimos en lo aburrido que se hizo la parte que no acometía la historia aborigen Prehispánica, siendo nuevamente ofrecida por un no nativo. Gustos al margen, lo expuesto de lo que nos apasionaba verdaderamente, y motivo de nuestro formal encuentro, abrió un interesantísimo debate, que así recuerdo:

Todavía escuchábamos la megafonía de la Conferencia, a través de los grandes ventanales exteriores de la reconocida Asociación Monetaria y Mercantil, Alfonso XII, cuando Miguel, elevando los brazos con énfasis para añadir fuerza a su razonamiento, y sin tomar asiento todavía, expuso:

-Fenicios y romanos se aproximaron a las islas en los albores del siglo VII, viajeros incansables, aprovisionados de esclavos, descubrieron en las islas dos recursos muy lucrativos en aquella época. Ambos Imperios crearon asentamientos estables en las islas para explotar dichos recursos, los cuales, una vez expoliados, decidieron abandonar. Dejando tras ellos gran parte de sus esclavos, proliferados durante sus largos periodos de asentamiento, a su suerte-.

Santiago y yo, le escuchábamos ensimismados, conocedores de su gran pasión por el tema. Aunque no oficialmente, sus reseñas y descubrimientos personales, de un tema tan abierto como es este a día de hoy, vienen dando luz a las sombrías reflexiones de unos historiadores más preocupados por sus remuneraciones mensuales que por aclarar, con detalle, qué sucedió fehacientemente en los últimos días de ese pueblo del que ya no queda más que nuestra mezcla de ADN con tantos otros que pasaron tras su conquista.

De ese erudito inicio, destacaría el contingente humano abandonado, precursor de lo que llegó a ser nuestro pueblo aborigen nueve siglos después.¡Guau!

Los cafés que nos llevarían al interesante debate posterior, estaban tardando demasiado, cuando escucho una voz desde el interior de la cafetería decir: “¡Yeray!, los cafés de la terraza”. ¡Que extraña casualidad! típico nombre aborigen. Y tras las aromáticas infusiones llegó el nombrado. Yo diría que treinta y tantos, de la quinta de los ochenta. Pensé que era lógico por la proliferación en esa década de un ardor patriótico que llevó a que muchos de los canarios nacidos por esas fechas fueran bautizados con tales nombres como: Nayra, Artemi, Ithaisa, Ayose, Echedey o, el tan común, YERAY.

Tras los primeros sorbos, Miguel continuó impaciente, tras el interludio del camarero, su exposición: -esos mismos esclavos, de mayoritaria procedencia Bereber, abandonados en casi todas las islas, se adaptaron como pudieron a los escasos recursos alimenticios que tenía esa nueva tierra. Cumpliendo con la forma de vida de sus países de origen, tuvieron que adaptarse al micro entorno de las islas que se habían vistos forzados a poblar. Nueve siglos sobreviviendo en ellas, fueron creando un idioma (mezcla de sus lenguas de origen) y una forma de vida distinta. La cual se desarrolló alrededor de la piedra y la madera-.

”Muestra de su particular adelanto cultural, a pesar de vivir en esas condiciones, fueron sus habituales encuentros entre las distintas aldeas, repartidas por toda la isla, donde solían practicar, lo que se ha quedado en llamar, y ya deporte emblemático del archipiélago canario, la “Lucha Canaria” y la “Lucha del Palo”. Por ejemplo, de la primera: el objetivo de la misma, sin armas ni objeto alguno, es derribar al contrincante logrando que cualquier parte de su cuerpo, aparte de sus pies descalzos, toque la arena. Simple y limpio, como mandan los cánones deportivos actuales. Deporte de Caballeros, dirían algunos. Imagino que utilizado, en ocasiones, para discernir alguna disputa o contrariedad entre los mismos participantes”

-Una pregunta- dije, dejando la taza, aún caliente, en la mesa. -¿No tuvieron contacto con nadie durante ese tiempo de transición hasta llegar a ser el majestuoso pueblo que nos pintan siempre?-

-Sí, claro que sí. En esos novecientos años, siguieron arribando naves y personas de países más desarrollados que ellos, las cuales venían a aprovisionarse para seguir sus viajes de descubrimiento. Creando en los isleños una notoria desconfianza, reconocidos los motivos que los habían hecho llegar hasta allí. Fuertes, libres y orgullosos de su particular mundo, repelieron todo tipo de agresiones externas…. hasta que llegaron los castellanos-

A esas alturas, Santiago ya estaba en terreno conocido, y nos explicó: - en el auge, comercial y bélico, del Reinado De Fernando e Isabel la católica, portando la simple, pero obligatoria, cruz de su religión, llegaron para apoderarse de las islas. Cristianizar y explotar sus pocos recursos (incluso de esclavos) para la Corona, fue la orden que los obligó a defenderse durante sesenta años de cruenta represión-

Debo reconocer que, aunque me apasione nuestra historia, soy total desconocedor de ella, de ahí tantas preguntas intentando hacerme un hueco en la conversación, después de otro sorbo a un segundo café, claro: me imagino ¿qué piedras y palos contra trabucos y arcabuces, poco podrían hacer?, y al contrario de mi creencia, Miguel nos informó de que la conquista no fue camino fácil para los castellanos. La destreza de los nativos lanzando piedras y escondiéndose tras los ataques, contuvo el asedio durante aproximadamente sesenta años, mientras la paciencia de unos se iba mellando, los aborígenes parecían estar aguantando bien, hasta que comenzaron las matanzas indiscriminadas de una parte de la población que ya compartía con ellos su día a día en el enclave militar que les servía de ciudad y puerto al resto del mundo.

Y tras contarnos varias de esas épicas batallas, Miguel acometió la parte más polémica de la definitiva conquista, en la cual, el nombre de Fernando Guanarteme, (Tenesor Semidán), antes de su bautizo cristiano, al recibir el nombre de pila del Rey castellano) aparece siempre entre dos renombrados axiomas: “salvador” y “Traidor”.

-Tenesor Semidán, era el GUANARTEME (rey) por aquel entonces en el GUANARTEMATO (reino) de la zona de Galdar (primera capital castellana de Gran Canaria). Único interlocutor con los españoles, sufría por ver casi extinguirse a su pueblo por los asesinatos de los opresores, sufridos durante seis décadas, fue el obligado firmante del tratado de rendición. Donde unos pocos, incluida su hija GUAYARMINA Semidán (princesa), se refugiaron en el interior de la isla, contrarios a la ocupación castellana. Con posterioridad, algunos de esos proscritos, negados a someterse al yugo de la Corona y de esa extraña religión, se suicidaron, tras el cerco de las tropas, arrojándose al vacío desde una atalaya natural del interior de la isla de Gran Canaria, recordada por siempre ya, como: la FORTALEZA DE ANSITE, al grito de: “ATIS TIRMA”

Hasta ahí, la historia libre de los aborígenes grancanarios, y nuestro fugaz y formal encuentro, una soleada tarde cualquiera. Pero, como ya sabemos: “LA HISTORIA LA ESCRIBEN LOS VENCEDORES” permítanme este, mi personalísimo, Homenaje.

Quiero hacer una mención especial al líder de la resistencia de los GUANCHES (Así llamados, sólo, los aborígenes de esa bella isla) de la conquista de Tenerife: “BENCOMO”

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Hay miles de historias parecidas en todas y cada una de las islas, consideradas menores en aquella época, pero que nos abastecen de leyendas inolvidables como la de “GARA Y JONAY” (Tenerife y La Palma) o la del árbol “GAROÉ” (El Hierro).

La historia reciente de los gancanarios, es otra historia, que dejaremos para otro relato.

Observación: nombres comunes de los aborígenes del archipiélago canario:   http://perso.wanadoo.es/javri/canarias/nguanches/femenino_a-f.htm


4 comentarios:

  1. Me ha encantado y me parece realmente interesante. Me enganchó hasta el final. Muchas gracias por el relato

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  2. Muchas gracias Amparo. Es uno de mis relatos más queridos. Hablar o escribir sobre la historia de nuestros ancestros grancanarios, es apasionante.

    Muchísimas gracias por leerlo y compartirlo. Gracias.

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  3. Felicitaciones. Muy bueno Carlos, me ha entretenido, lo leí con interés (Desde hace un tiempo existe en mi familia el conocimiento de que nuestro apellido tiene su origen allí). Saludos.

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    1. Me alegra y me estimula, que te haya gustado tocayo, más, sabiendo que hay vinculación con esta tierra nuestra. Gracias por tu amable comentario.

      Un enorme abrazo.

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