Informes: J25431-S0 y O31557-S-4, leyó en la portada del dossier
que sujetaba entre sus manos, antes de preguntar:
— ¿Está todo?
— Sí, señor — informó el agente Michel a su superior.
— ¿Es un plagio?
— Ambos lo son, señor.
— Sea concreto Michel, tengo otros veintisiete informes que
resolver hoy ¿Conclusiones?
— Debería leerlo, señor.
— ¿Conclusiones? — volvió a inquirir, observando indagador
sus apáticos ojos azul turquesa.
— Creo que ambos basan su origen en la misma fuente, señor.
— ¿Cree?
— Sin tener más información, anterior a estos periodos, me
baso en la falta de datos para no hacer confirmaciones rotundas, señor.
— O sea, ¿Qué usted cree que ambos acontecimientos podrían
haber bullido en un caldo más antiguo?
— No lo sé, señor, conjeturo por falta de datos.
— Hágame un resumen.
El agente especial Michel Sonora, acomodándose en la penosa
silla que quedaba enfrentada a la mesa del jefe supremo de su departamento, en
la que no recordaba haber permanecido más de dos minutos en sus anteriores
entrevistas, carraspeó antes de comenzar.
— Tanto una como otra leyenda, que así las llamaré si me lo
permite.
— Al grano, Michel.
— Tienen enormes similitudes y pequeños deslices, estos
últimos, no por menores, dejan de mostrar grandes socavones en el argumento
general. Bien, la diferencia de años, cuatro mil quinientos para ser exactos,
otorgan al segundo y más cercano a nuestra época, mayor grado de implicación en
la reproducción de dicha tesis, aún con la falta de pruebas que comentaba
antes, ya tan sólo por su posterioridad.
«En el caso del primero, la leyenda del faraón Osiris,
reseña, casi punto por punto, el mismo patrón que la leyenda de Jesús de
Nazaret y el cristianismo. Incluso fallan en las mismas e importantísimas
referencias iniciales en cada historia, “los hijos”. El Dios Faraón de los
egipcios: engendró dos parejas que se entrelazaron para poder procrear la
futura civilización, no obstante y esa es la contradicción o fallo, recrea un
pueblo existente ya al que gobernar. En el caso del Dios de los cristianos: una
pareja inicial, que inexplicablemente sólo tiene hijos varones, imposibilitando
la consecución de la estirpe. En éste último caso, bebiendo de la jarra
primigenia de una religión, apelando a la fe, sus discípulos o seguidores son
los que asumen o no, esta incongruencia inicial. Otro significativo paralelismo
es: el idéntico suceso de asesinato entre hermanos en ambos casos.
«Si nos situamos en la capacidad intelectual de las gentes
de dichas épocas, no es de extrañar asumir creencias más antiguas como propias.
Un ejemplo, los griegos tenían a Hércules y los cristianos a Sansón. La misma
poderosa figura mítica con la que hacer soñar a sus humildes e incultos
pueblos.»
— ¿Recomendaciones? — preguntó, poniendo a su subordinado en
un verdadero apuro.
— ¿Señor?
— Sí. ¿Qué recomienda
en este caso? Asumir dichos informes como válidos y similares, o…
— No hacer nada,
señor. Nada en absoluto.
— Es imposible, éste tema preocupa mucho a la cámara. Hay
facciones enfrentadas, y quieren que el gobierno desmienta unas u otras.
— Han pasado dos mil años ya, desde que comenzara esta
fábula para niños de otros tiempos, pero desestimarla por falsa o plagiadora,
¿De qué serviría? ¿Qué iba a cambiar? Toda esta información está al alcance de
cualquiera, además desde hace mucho tiempo ya, quien quiera hacerse preguntas,
que se las haga, y quien no, que siga viviendo ese sueño.
— ¿Y qué le digo al
presidente?
— ¿Mi sincera
opinión?
— Sí, antes de pasar
al siguiente informe, que por cierto, estoy deseando leer. Tengo mucho interés
en saber, qué demonios pasó en Roswell, aquel verano de 1.947.
Pasmado y tragándose la rezumante
incredulidad, a tenor de lo escuchado, que destilaba el gobierno de su país,
intentó calmarse para decirle finalmente:
— Yo le preguntaría primero si es creyente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario