A través del espejo la observó dormir. La sábana contorneaba su
joven cuerpo, mientras él, se colocaba de nuevo el anillo y se empapaba en
loción. Esa bella imagen que no se cansaba nunca de contemplar.
Por la entreabierta ventana se coló una ráfaga que apartó
lasciva la vaporosa tela, dejando al descubierto lo que tanto amaba, y su
corazón dio un nuevo vuelco… una vez más.
Cerrando los ojos, intento percibir su fragancia; su magnético
olor corporal, y una vez más, esbozó una sonrisa.
Y al abrir los ojos y encontrar de nuevo su reflejo, susurró: ¡cuanto te amo!
Muy romántico Carlos y sensual. Me gustó mucho. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias Ana Lía. He buscado en mi lado más callado.
EliminarUn enorme abrazo.
Amor propio como pocos. Yo también me amo. Bravo!
ResponderEliminarEspero que mi marido piense lo mismo que tú expresas tan bien... sobre mí!
ResponderEliminarSeguro que sí, y aunque parezca mentira, lo difícil, es expresarlo.
EliminarUn enorme abrazo.