He vuelto a invertir en el infinito espacio de mi amor,
la razón no es escusa para evitar las miradas.
Ya no suenan mal el llanto y la palabra,
he vuelto a ver parpadear la luz del detector.
Vuelve el desierto a mis ojos,
y su cálida paz adormece mi rabia.
Ya no siento al perderme en la hojarasca,
ser parte de mis donados despojos.
Demasiadas habitaciones vacías,
ya las ventanas han desaparecido.
Y hasta el hueco de mi ombligo,
ya no es centro, hogar, ni vida
Vuelvo al sitio correspondido,
a la silla que preside la mesa.
En el camino no me siento ya presa
de la mitad de ese mundo podrido.
He vuelto a invertir en mí,
en la parte interna que siempre quise.
Y dejaré a la luz mis cicatrices,
por si vuelvo a pensar en ti.
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