viernes, 3 de julio de 2015

Ni la lluvia que quemaba


Mientras el segundero avanza,
y el huraño miedo se enquista.
Los ojos muestran prisas,
tras la esquiva esperanza.

Y el Tic Tac engulle sentimientos,
viendo galopar a la razón.
Y por fin vio el rostro del viento,
hacer desaparecer el sol.

Ni la luz, ni el estallido,
ni la carne desgarrada.
Ni las sombras radioactivas,
ni la lluvia que quemaba.

Aquel pescador no construyó sus lágrimas
sintiendo que el mundo se acababa.
Su llanto enmudeció a la palabra,
al ver que su mar se evaporaba.
………………………………..
Moraleja: tantas imágenes de desastres endurecen nuestro corazón, 
y no quisiera que llegara el día… en que lo yermo sea yo.

2 comentarios:

  1. Fantástico poema y moraleja, Carlos. Un mar de sensaciones que se desvanece ante la mirada sobria y compungida del pescador.
    Saludos, compañero.

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    1. Muchísimas gracias Edgar. Un enorme halago que recibo para intentar mejorar día a día.

      Un enorme abrazo amigo.

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