Amanece otro día ante mis ojos mientras me atrapan aún las imágenes difusas del agradable ensueño. Los retóricos sonidos mundanos llaman a recobrar una nitidez recelosa en mi mente y el calor de la cama atrapa mi cuerpo hacia los recuerdos más amables entre espejismos. Adormilado, paso la hoja definitivamente de mi reconfortable armadura nocturna quedando expuesto a la recia temperatura ambiental. Poco a poco, recupero el rumbo: el mando de esta pesada nave que mantiene aún plegadas sus velas, y de repente….me doy cuenta que no he cambiado la hora, que aún me quedan sesenta minutos… y vuelvo a cerrar despacio el libro y hundo el barco sin miramientos y me pierdo en lo más profundo… z z z z….
¡Dios! ¿y si fuera domingo?
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