Recuerdo tu
voz cansada alzarse entre la bruma,
llamando a la
plegaria, como al niño al que se acuna.
Y tus ojos
respondiendo ante el apacible tedio,
de los que
nunca sufrieron, riéndose de tus miedos.
Eran días
exultantes donde acopiábamos amigos,
de batallas
delirantes, expuestas y sin abrigo.
Corriente
abrumadora de una joven transición,
y llorar
cuando estabas sola, cuando todo continuó.
Y ahora te veo
saldar tus cuentas en ese pequeño cuaderno,
escribiendo tu
verdad, a pesar de estar tan lejos.
Y ahora te veo
soñar en la paz de tu sofá,
mientras miras
aquellas fotos tan alejadas de nuestra edad.
Y ahora vez en
la noticias a otros jóvenes correr,
pidiendo casi
lo mismo que exigíamos ayer.
Casi la misma
libertad, casi la misma verdad,
que ahora tu
voz cansada... ya no puede gritar
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