Anoche soñé
que era Dios,
y que volvía a
tener siete días.
y no, no salté
de alegría,
sólo, sufrí un enorme
temor.
Y no hice
humanos del mismo color,
ni les concedí
igual palabra.
Tan sólo les
expropié el corazón,
pensando restarle
ira a sus faltas.
Y los rodeé de
manzanos,
y les prohibí
que los tocaran.
No clareaba
aún el sol en el llano,
y ya no
quedaban apenas sus ramas.
Entonces pensé
profundo en su Ser,
en su
diferencia con los animales.
Tratando su
esencia comprender,
y qué los hacía
tan especiales.
Pensé en su
rostro al ver tal desarraigo,
del sinsabor
de su equivocación.
Del precioso
Edén obligado a alejarlos,
Incapaces de
cumplir con su prohibición.
Entonces miré
su erguida figura,
y el orgulloso
poder de sus manos.
Que a
diferencia de otras criaturas,
les hace
parecer solo primos hermanos.
Y entonces
descansé, pues ya era domingo,
y me levanté
alegre de un brinco.
Y a cuatro
patas comencé mi camino,
nunca escuché
que un manco fuese un asesino
Yo también he tenido esos sueños.....pero en el mío si había mancos asesinos...mataban con las patas....¡interesante poema amigo carlos!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarGracias, amigo José, por tu interesante comentario. Ya me puedo imaginar que hay infiernos en la tierra.
EliminarUn enorme abrazo.