Cruzado en el verso dolencias de un corazón partido,
rampa demonio inquieto en sus líneas manchadas.
Y trasiega el cadáver fétido de un amor dolorido,
que enmudece al llanto surgido de su palabra.
Retiene su aroma en cada frase impresa,
hurgando mezquina en la herida pustulenta.
Y la mísera Oda vertida queda presa,
a un recuerdo amargo podrido en la cuneta.
Cruzado el punto, se esparce el hedor,
cubriendo todo lo que hubo de bueno;
el curso de un tiempo que quiso el amor.
Inevitable es, que no sirve de sutura,
ni enmienda como pago del querer;
quedado el remordimiento sin final con ternura.
Al agua, el río
Al pie, el camino
Al miedo, el frío,
Al amor,... su destino
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