viernes, 24 de octubre de 2014

Y le di las gracias (relato corto)



Se fue de mis brazos con una extraña expresión, perdida entre la gente que nos rodeaba pese a nuestra insistencia en que abandonaran su intento de sacarle más fotos. Busqué sus ojos por última vez antes de que se perdiera dentro del coche de policía, sin conseguirlo. Insistiendo en lograrlo, aparte a la prensa de mala manera, corriendo tras el coche ya en marcha. Corrí dos manzanas en medio de la circulación, hasta que giró su cabeza y pude ver lo que rezaba no encontrar, no percibir, no descubrir.

Los días se hacen eternos sin ella en casa. Los niños la echan de menos, casi tanto como yo. El silencio que ha quedado es insoportable de conllevar, y los días pasan y pasan, sin sentido para nosotros. La he intentado ver pero está incomunicada, apartada sin trato con nadie que no lleve placa. Y ya han pasado quince horas.

Nadie nos da información concreta, algo que nos deje ver una luz en este túnel tan oscuro en el que nos ha dejado. Tan oscuro y desolado como el espacio eterno que mantiene el universo unido.

Nunca me pude imaginar vivir una situación peor. Ella tan sólo quiso defender a los niños, tan sólo quería defender a los suyos y ahora está encerrada, sola, sin compañía ni afecto alguno. Creo saber cómo se puede sentir después de haber hecho un acto tan humano como el defender a su familia.

Ahora nos dicen que no cabe otra posibilidad que la muerte, que el acto perpetrado sólo merece un castigo, y que se ejecutará pronto. He ido a hablar con las autoridades para pedir una explicación justa, sin encontrar más que vanas y estereotipadas respuestas.

Lo harán por la mañana, a las diez dejará de respirar, y de darnos todo su amor una vez más. Las dudas me asaltan a cada rato, pensando en el por qué no fui yo quien matase a ese chaval, a ese monstruo que quería secuestrar a nuestros hijos.

El informe dice que para ella no consta una Legítima defensa, que no hay Ley que la ampare tras lo que hizo. ¿Y qué hizo?, les pregunto yo. Y la respuesta es contundente, aunque difícil de asimilar.

“la muerte de una persona, por muy asesino, violador y monstruo buscado, que sea y esté, no salvará la vida de su perra”



Busqué su mirada por última vez, mientras el líquido de aquella aguja conquistaba su cuerpo. Busqué su tranquila mirada por última vez…. Y le di las gracias.   

2 comentarios:

  1. Muy buen relato amigo.
    ¿y qué no hace una madre por sus hijos? Al leerte pienso que estas cosas realmente suceden, me pregunto ¿cuántos casos como este habrán? y me parece ver asomarse a la injusticia mientras la justicia se pierde en una noche de farra y borrachera, una vez más..

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  2. Gracias Angélica. Y además, es verdad, ¿quién para a una madre, aunque sea canina, cuando va a defender a sus hijos?.

    Gracias por el comentario y por leerlo. Me ha encantado.

    Saludos.

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