viernes, 13 de junio de 2014

UN DAÑINO CLUB (relato corto - reflexivo)

El formulario tenía siete páginas, todas ellas escritas en la misma tipografía, pero con tres cuerpos distintos: lo importante e ineludible, en letra grande y negrita, lo habitual, en letra mediana, y lo esencial y donde residía el propósito de su existencia, en letra pequeña; del tipo de los contratos engañosos.

Cohem, lo leyó con detenimiento, asimilando todo cuanto en él se decía. Veinte minutos tardó en asumir su pretencioso argumento, en el que se destacaba un texto anónimo:

“La vida es breve, si la comparamos con el devenir del universo. Científicamente, la naturaleza del ser humano tiene un estado (periodo) donde el cuerpo es una maquina perfecta: creativa, resoluta y capacitada físicamente para dar lo mejor de sí. Esa fase de tiempo se completa a los veintisiete años, en los que la luz y la oscuridad brillan al mismo nivel, donde las neuronas llegan a obtener su máximo poder, donde el futuro no es asumido como tal, sino que implica una decisión trascendental sobre si mismo: querer acometerlo o no”

Tras leer dicho texto, amparado tras un ridículo anonimato, el nerviosismo de sus manos empezó a ser obvio ante los ojos de los que le observaban al entrar en la sala principal. Extrañamente no se encontró con un habitáculo oscuro y desordenado. Sus impolutas paredes estaban decoradas con las fotografías de grandes músicos, fallecidos a esa misma edad redentora, a la que apelaba el panfleto que temblaba entre sus dedos. Imágenes de jóvenes talentos trágicamente muertos en la plenitud de sus vidas.

En el púlpito, sobre la tarima del escenario, un delgado joven de apenas veinte años, erigiendo soflamas aprendidas por repetición convulsiva, arengaba a los pocos que habían tomado asiento, y más allá, al fondo de la sala, una jovencita de rostro marcado y bellos ojos azul violáceos, recogía los formularios firmados, cobrando a continuación la cuota estipulada.

Titubeante, se sentó a escuchar el manido discurso en la primera fila. Su rostro emanaba rabia y frustración que continuaba creciendo con cada nueva y repetitiva frase del joven a través de varios minúsculos altavoces repartidos por sus cuatro esquinas: ellos, que fueron grandes en sus respectivas disciplinas, lo entendieron claramente. Y aunque fueran, en algunos casos, muertes fortuitas, la cifra, el dato, está ahí: 27, siempre el mismo número.

Una y otra vez, repetía esa cifra repiqueteando como un martillo neumático en los cerebros de los absortos presentes.

Cohem, no pudo por menos que recordar a su hermano Dayton, sentado en aquellos mismos asientos, oyendo, una y otra vez, lo que querían repetir, única y exclusivamente, una y otra vez. Recordando, también, una frase leída en un triste y arrugado sobre de azúcar, otorgada a Joseph Goebbels: “una mentira, mil veces repetida, se convierte en verdad”.

Y aquel delgado Goebbels, desde su púlpito, armado con una mentira, continuaba sumando y sumando ante su apreciado foro de jóvenes hasta que vio levantarse una mano en la primera fila. Y tras darle la palabra, escuchar: ¿y por qué no a los treinta y tres, como John Lennon o el mismísimo Jesucristo? ¿No son merecedores, sus actos o sus canciones, del mismo criterio al que aluden en estos indecentes papeles? ¿No son merecedores de pertenecer a una secta como esta?

Y ante la incertidumbre del esquelético orador, sin saber qué contestar. Levanto la orden de arresto y registro contra todos los pertenecientes al inefable “Club de los 27”, por incitación al suicidio en uno de los tres mejores momentos de sus vidas…. el de la inexperta juventud.
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Nota:
El lider y Mesías Satánico, de una secta: Charles Manson, dijo una vez: "Todo está en la mente. La mente lo es todo, todo es la mente. Y no puedes engancharte con tu mente si no te enganchas primero con la Verdad, y no puedes llegar a la Verdad hasta que no te establezcas en el saber. El saber es la verdad".

¿Y cómo determinas qué una cosa es verdad o simplemente “una mentira repetida mil veces”?. Sólo la experiencia de los años te hace notar la diferencia.

(En memoria de los mal llamados “Club de los 27”, a los que la casualidad y la manipulación, repitiendo y repitiendo una mentira, serán recordados, implícitamente, por un criterio ajeno a sus vidas).

Yo los recordaré por su magnífica música.

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